Joshua (2002)

“Joshua” no es una película que te atrapa desde el inicio con un ritmo frenético o un despliegue espectacular de efectos especiales. Su fuerza reside en la atmósfera densa y en la lentitud deliberada con la que te introduce en la vida de un hombre en un pueblo que lo acoge con recelo. Esta película, dirigida con maestría por Brian Carpenter, se presenta como un misterio psicológico, una pequeña joya que recompensa la paciencia del espectador, aunque no esté exenta de ciertas incomodidades.

La película se centra en Joshua (interpretado de forma magistral por Woody Harrelson), un hombre de origen desconocido que se traslada a Auburn, un pueblo rural de Maine. Harrelson ofrece una actuación sutil y atormentada, transmitiendo la incertidumbre y el aislamiento que lo caracterizan. Su mirada, cargada de melancolía y un indicio de peligro, es el eje central de la película, sugiriendo un pasado que lo persigue y una verdad oculta que el pueblo empieza a sospechar. No es un héroe convencional; su bondad coexiste con un comportamiento incomprensible, lo que crea un halo de ambigüedad que es fundamental para el desarrollo del relato.

La dirección de Carpenter es impecable. La filmación, con una paleta de colores apagados y una iluminación que evoca la niebla y la oscuridad, crea una sensación constante de inquietud. El uso del encuadre, a menudo cerrado y restringido, refuerza la idea de aislamiento y la vigilancia. La banda sonora, minimalista y evocadora, contribuye a la atmósfera opresiva sin resultar intrusiva. Se notan influencias del cine de terror psicológico como “The Wicker Man” o “Rosemary’s Baby”, pero sin buscar la espectacularidad, sino la perturbación interna.

El guion, coescrito por Carpenter y Brian Klein, es la columna vertebral de la película. El ritmo pausado permite profundizar en la psicología de los personajes secundarios, a los que también se les da voz y motivo de acción. La trama se va revelando gradualmente a través de conversaciones, insinuaciones y pequeños actos de sospecha, manteniendo al espectador en vilo. Aunque la historia no presenta giros argumentales particularmente sorprendentes, la calidad de la escritura reside en su capacidad para generar tensión y crear un ambiente de incertidumbre. El misterio no se explica en su totalidad, dejando espacio a la interpretación del espectador. Este enfoque no es para todos los gustos, pero aporta una mayor profundidad al relato.

En definitiva, “Joshua” es una película que te invita a reflexionar sobre la naturaleza humana, el peso del pasado y los secretos que se esconden bajo la superficie de la comunidad. No es un espectáculo visual o narrativo, sino una experiencia introspectiva que, con una puesta en escena cuidadosa y actuaciones sólidas, deja una huella duradera.

Nota: 7/10