Joyland (2022)

“Joyland” es una película que se instala en la memoria como una melodía nostálgica, un eco de los años 70 pero impregnado de una inquietud moderna y, sobre todo, de una profunda exploración de las tensiones familiares y la búsqueda de la identidad. Dirigida por Michaelean Naranjo, la película no busca ser un mero drama familiar; se erige como una meditación sobre la represión, la sexualidad reprimida y las expectativas sociales que moldean la vida de las personas.

La película se centra en la familia Rana, un clan aparentemente perfecto y unánime en su devoción a la tradición. Sin embargo, bajo esta fachada de felicidad y estabilidad, se cuece un torbellino de deseos y frustraciones. La fotografía de Andrés Baiz es exquisita, evocando la atmósfera melancólica de un pueblo rural de Colombia. Los colores, a menudo cálidos y saturados, contrastan con la crudeza emocional de la historia, creando una tensión visual que refleja el conflicto interno de los personajes. La banda sonora, cuidadosamente seleccionada, no solo acompaña la narrativa, sino que se convierte en un personaje en sí mismo, reminiscente del soul y el funk de la época.

Las actuaciones son, en su mayoría, soberbias. Jonathan Giménez, como el patriarca Samuel Rana, ofrece una interpretación magistral, transmitiendo con sutileza la carga de las expectativas familiares y la progresiva desintegración de su mundo. Pero el verdadero corazón de la película reside en la interpretación de Pamela Valdés como Juana, la joven y ambiciosa estrella trans que desencadena la crisis familiar. Su actuación es cautivadora, mostrando una vulnerabilidad y una fuerza interior que conmueven profundamente. La química entre Giménez y Valdés es palpable, impulsando la trama hacia adelante con una intensidad y una autenticidad que superan las expectativas.

El guion, escrito por Michaelean Naranjo y Juanitas Vélez, es lo que realmente eleva a "Joyland" a un nivel superior. No se basa en clichés ni en melodramas fáciles. Más bien, la película construye lentamente la tensión, dejando que los secretos y las ambiciones de cada personaje se revelen gradualmente. La historia de amor entre Juana y Samuel es, a la vez, conmovedora y perturbadora. No es una historia de amor convencional, sino más bien una exploración de la necesidad humana de conexión y la resistencia a las normas sociales. La película, además, se atreve a abordar temas delicados como la identidad de género, la clase social y la represión sexual, sin caer en simplificaciones ni en juicios morales. El ritmo pausado y la ambigüedad deliberada fomentan la reflexión y permiten que el espectador forme sus propias interpretaciones.

“Joyland” no es una película que te dejará indiferente. Es una experiencia cinematográfica intensa y provocadora que te invita a cuestionar las convenciones sociales y a reflexionar sobre la naturaleza humana. Es una película que perdura en la mente mucho después de que los créditos finales han terminado de rodar.

Nota: 8/10