Judy Moody y su increíble verano (2011)

“Judy Moody y su increíble verano” es una comedia familiar que, aunque no alcanza la magnitud de algunas propuestas del género, logra ofrecer un entretenimiento ligero y una historia con la que cualquier espectador que haya sido un niño imaginativo puede conectar. La película, dirigida por Greg Spinelli, se centra en la vida de Judy Moody (Lilly Collins), una niña de diez años con una imaginación desbordante que, al ver que sus planes para el verano no se están desarrollando como esperaba, decide asumir el control de su propio destino, inventando aventuras propias para hacerle más emocionante. La premisa es simple pero efectiva: la película explora el deseo infantil de control y la necesidad de sentirse importante, temas que, paradójicamente, se disfrazan de una historia de aventuras juvenil.

Lilly Collins ofrece una interpretación convincente de Judy Moody. La actriz transmite con notable naturalidad la dualidad de su personaje: la niña realista y a veces gruñona que es en el día a día, contra la niña soñadora y audaz que emerge cuando se le permite imaginar. El resto del reparto, incluyendo Jessica Alba como su madre, la terapeuta, y Edward Hermann como su abuelo, también cumple con su cometido, ofreciendo actuaciones sólidas sin intentar destacar demasiado. La química entre Collins y Herman es especialmente destacable; la dinámica entre el abuelo y su nietona proporciona momentos gratos y llenos de ternura, convirtiéndose en el corazón emocional de la película.

En cuanto al guion, “Judy Moody y su increíble verano” se vale de un ritmo ágil y constante, aunque sin aportar nada particularmente innovador en la narrativa. Las situaciones inventadas por Judy son visualmente atractivas y, en su mayoría, ingeniosas. Los efectos especiales, utilizados con moderación, contribuyen a dar vida a las creaciones de la protagonista, desde un ejército de abejas con la misión de recuperar un pastel robado hasta un espectáculo de marionetas que rescatan a un gato. Sin embargo, el guion se centra demasiado en la ‘creación’ de las aventuras y no explora suficientemente las consecuencias de las acciones de Judy, lo que resulta en un final un tanto abrupto y superficial. A pesar de ello, la película mantiene un tono optimista y positivo, transmitiendo un mensaje sobre la importancia de creer en uno mismo y de aprovechar al máximo la propia imaginación.

En definitiva, “Judy Moody y su increíble verano” es una película familiar agradable, ideal para ver en familia en una tarde de domingo. Aunque su propuesta no es revolucionaria y su guion carece de profundidad, la actuación de Lilly Collins, la química entre los personajes y las situaciones imaginativas la convierten en una opción entretenida para el público infantil y juvenil. La película es una oda a la creatividad, al espíritu aventurero y a la importancia de disfrutar de los pequeños placeres de la vida.

Nota: 6/10