Juego peligroso (1978)

“Juego Peligroso” (Point Blank) es, a primera vista, un thriller de acción pulido y entretenido, pero bajo la superficie se esconde una película que, a pesar de sus defectos, logra generar cierta tensión y ofrece un disfrute considerable. La película, protagonizada por Sidney Poitier y Robert Ryan, intenta combinar el suspense policial con el drama personal, y en general, lo logra con un éxito moderado. La premisa inicial, la bibliotecaria Gloria Mundy (Poitier) que se convierte en objetivo de una peligrosa conspiración, es intrigante y ofrece un punto de partida sólido para una historia llena de giros inesperados.

La dirección de Richard C. Powers, aunque no alcanza la grandilocuencia de otros thrillers del género, logra mantener un ritmo sostenido y mantiene al espectador constantemente alerta. Los diálogos son directos y, en su mayoría, efectivos, aunque en algunos momentos recurren a clichés propios del género. Powers, sin embargo, sabe crear escenas de acción impactantes y bien coreografiadas, aprovechando al máximo la fotografía de James Claffey, que, aunque tradicional, contribuye a la atmósfera de peligro inminente. La película se beneficia de un diseño de producción cuidado, que crea una sensación de urbanidad cruda y desoladora, reflejando la peligrosidad de los acontecimientos.

Las actuaciones son un punto fuerte indiscutible de la película. Sidney Poitier, en un papel que le sienta de maravilla, ofrece una interpretación contenida pero convincente, logrando transmitir la determinación y el miedo de Gloria. Robert Ryan, como el detective que se encarga de su protección, aporta el peso y la autoridad necesarios al personaje, mostrando una evolución natural a lo largo de la trama. El resto del reparto secundario, incluyendo a un joven Charles Bronson en una pequeña pero memorable actuación, también contribuye al sólido entramado dramático.

No obstante, “Juego Peligroso” no está exenta de fallos. El guion, aunque dinámico, resulta algo predecible en ciertos momentos, y algunos de los personajes secundarios carecen de profundidad. La resolución del conflicto final, aunque satisfactoria, podría haberse desarrollado con mayor complejidad. A pesar de estos aspectos, la película consigue generar una experiencia cinematográfica sólida, que se beneficia de un ritmo ágil, una fotografía cuidada y, sobre todo, de las sólidas interpretaciones de sus protagonistas. La tensión se construye gradualmente, y el espectador se ve inmerso en la persecución, sintiendo el peligro palpable. Es una película que, si bien no redefine el género, cumple su cometido de entretener y, sobre todo, de dar al espectador la sensación de estar al borde de la silla.

Nota: 7/10