Jugando con la muerte (1997)

“Jugando con la muerte” es una película que se sitúa en la interesante intersección entre el thriller psicológico y el crimen organizado, aunque, a pesar de sus momentos de tensión y sus buenas actuaciones, no alcanza el impacto que podría haber tenido. La historia, en esencia, nos presenta a David, un cirujano de renombre con una ética impecable, forzado a una situación que desafía todo lo que cree. La muerte de un paciente por negligencia, relacionada con la adicción a las drogas del joven, y una confrontación posterior con un ladrón lo arrastra a una banda criminal, obligándolo a confrontar su propia moralidad y el peligro de un mundo que desconoce.

La dirección de Gabriel Soto es sólida, aunque quizás un tanto conservadora. Se centra en la creación de atmósferas tensas y claustrofóbicas, lo que funciona particularmente bien en las escenas de confrontación y en la representación de la creciente desesperación de David. No se aventura demasiado en territorios estilísticos propios, limitándose a construir un relato lineal y, en ocasiones, predecible. Sin embargo, la fotografía, con un uso prominente de la luz y la sombra, contribuye a enfatizar la atmósfera opresiva y el conflicto interno del protagonista. Soto logra mantener el ritmo constante, aunque la película podría haber beneficiado de un desarrollo más profundo de algunos personajes secundarios.

El actor principal, Marcos Soto (que también dirige), entrega una actuación convincente como David. Su interpretación refleja con sutileza la desilusión, el miedo y la gradual rendición de un hombre que se ve obligado a abandonar su mundo. Su evolución, desde la rigidez de un profesional hasta la vulnerabilidad de un hombre a merced de circunstancias, es la columna vertebral de la película. El resto del reparto, aunque con menos profundidad, cumple su cometido. Particularmente destacable es la interpretación de Andrés Bermúdez como el líder de la banda, un personaje ambiguo que oscila entre la amenaza y la necesidad. Se nota un esfuerzo por construir personajes complejos, aunque algunos de ellos quedan algo planos.

El guion, escrito por Soto y Luis Oria, presenta una premisa interesante y llena de potencial. No obstante, la trama a veces cae en clichés del género criminal y la resolución, aunque satisfactoria, no deja un impacto duradero. Se exploran temas como la redención, la moralidad y las consecuencias de las decisiones, pero estos conceptos se abordan superficialmente. La película podría haber profundizado en las motivaciones de los personajes y explorado las implicaciones del conflicto entre la ética profesional y la supervivencia. A pesar de sus puntos débiles, el guion mantiene al espectador enganchado, impulsado por la situación de David y el constante peligro que lo rodea.

En definitiva, “Jugando con la muerte” es una película recomendable para aquellos que disfrutan del thriller criminal con un toque de drama psicológico. No es una obra maestra, pero sí un entretenimiento sólido, con buenas actuaciones y una dirección competente. Es un film que, sin duda, ofrece momentos de tensión y reflexión, aunque no alcanza la complejidad que su premisa prometía.

Nota: 6.5/10