Julien Donkey-Boy (1999)

(EN) · Drama · 1h 41m

Póster de Julien Donkey-Boy
Media
2.8 /10

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Sinopsis

Julien es un esquizofrénico que trabaja como ayudante en una escuela para ciegos. Vive con su hermana Pearl, que está embarazada y que no quiere decir quién es el padre, su hermano Chris, su abuela y su dominante padre. La lucha interna del muchacho se va desarrollando a través de encuentros con otros singulares personajes que se cruzan en su vida.

Ficha de la película

Título original

Julien Donkey-Boy


Estreno


Géneros

Idioma original

EN


Dirección

Guionista

Scott Macaulay, Robin O'Hara, Cary Woods


Reparto principal de Julien Donkey-Boy

Actores y actrices destacados que dan vida a la historia en Julien Donkey-Boy.

Nuestra crítica de Julien Donkey-Boy

Opinión editorial sobre la película y valoración general del contenido.

Por el equipo de Programación en Directo

? Julien Donkey-Boy: Una intrigante narración sobre Julien, un joven que sufre de problemas mentales. Su vida se vuelve cada vez más complicada cuando sus padres se divorcian y él comienza a interactuar con los personajes del mundo real y ficticio en forma confusa. Dirigida por Harmony Korine en 1995, esta película ofrece una mirada desconcertante y original al trauma familiar e interpersonales.

Críticas de la película

Opiniones reales de usuarios que han visto Julien Donkey-Boy. Consulta sus valoraciones y comentarios.

Marina Ortega
⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐ (8.0/10)

“Julien Donkey-Boy” es una película que se adhiere a la piel como una segunda epidermis, una experiencia visceral y, a menudo, incómoda, que obliga al espectador a confrontar sus propias ideas sobre la salud mental y la alienación. Dirigida por Taika Waititi, quien a menudo se asocia con comedia, aquí nos entrega un drama introspectivo y sombrío que, aunque no necesariamente accesible para todos los públicos, merece una consideración profunda. La película, basada en la novela de Jeff Rawtrich, sigue la vida de Julien, un joven diagnosticado con esquizofrenia, quien trabaja como asistente en una escuela para ciegos. La película no se basa en la representación glamorizada de la enfermedad mental, sino en la crudeza de la experiencia, el aislamiento y la búsqueda desesperada de conexión.

La dirección de Waititi es deliberadamente fría y desapasionada, lo que contribuye a la sensación de desconexión que experimenta Julien. La fotografía, con tonos apagados y una paleta de colores limitada, refleja el estado mental fragmentado del protagonista. La película no rehúye de las imágenes perturbadoras, como los delirios y los pensamientos caóticos de Julien, pero lo hace con una sutileza que evita caer en el sensacionalismo. Se enfoca en los momentos de silencio, en la incomunicación, en el peso del mundo sobre los hombros de Julien. La ambientación en Nueva Zelanda, con sus paisajes austeros y su atmósfera rural, refuerza esta sensación de aislamiento y vulnerabilidad.

La actuación de Thomasin McKenzie como Julien es, sin duda, el corazón de la película. McKenzie ofrece una interpretación radiantemente honesta y cautivadora. La complejidad de su personaje, su incomodidad, su vulnerabilidad y su resistencia, se revelan gradualmente a través de sus ojos. Su expresión facial, su lenguaje corporal y su entrega emocional son absolutamente convincentes. La química entre McKenzie y Jacob Elordi (interpretando a Chris) es palpable, aunque su relación es marcada por la incomprensión y la frustración. La dinámica familiar es particularmente interesante, con un padre autoritario (a quien interpreta Gareth Anchus) que imparte un doloroso amor condicionado y una hermana embarazada que guarda un secreto que podría destruir todo.

El guion, co-escrito por Waititi y Dylan Fitzsimons, es lo más delicado de la película. No busca respuestas fáciles ni soluciones simplistas a la enfermedad mental. La narrativa se mueve a través de intercepciones fortuitas, diálogos incómodos y encuentros con personajes excéntricos, como el peculiar entrenador de un equipo de cricket y una mujer que busca la comprensión a través de la escritura. Si bien estas secuencias a veces pueden sentirse desconectadas, contribuyen a la atmósfera de confusión y desorientación que caracteriza la vida de Julien. La película no intenta ser una historia lineal, sino más bien un retrato de la fragmentación y la búsqueda de identidad. La fuerza de la película radica en su capacidad para dejar al espectador con preguntas más que respuestas.

“Julien Donkey-Boy” es una película que exige paciencia y una mente abierta. No es un espectáculo para distraer, sino un espejo que refleja las miserias de la condición humana. Es una obra maestra del desasosiego y la honestidad brutal, y una de las películas más impactantes del año.

Nota: 8/10

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