Junior (1994)

“Junior”, la comedia de Frank Coraci del 1992, es una película sorprendentemente conmovedora que supera las expectativas iniciales de un simple gag científico. Aunque la premisa, un doctor que se embaraza a sí mismo después de robar un óvulo, podría parecer absurda y de bajo presupuesto, la película logra construir una narrativa genuina, repleta de humor sutil y momentos realmente emotivos. Coraci demuestra una notable habilidad para equilibrar lo ridículo con lo profundamente humano.

La dirección de Coraci es precisa y elegante. Evita caer en la parodia flagrante, optando por un estilo visual que recuerda a comedias románticas de los años 80, con una paleta de colores cálidos y una iluminación que contribuye a la atmósfera familiar y acogedora. Se nota que hay un cuidadoso control en la puesta en escena, buscando ese punto dulce donde el humor no se vuelve forzado ni caricaturesco. El ritmo de la película es excelente, manteniendo al espectador enganchado sin caer en trampas de desarrollo argumental innecesarias.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los mayores aciertos de la película. Arnold Schwarzenegger, a pesar de ser conocido principalmente por su físico, ofrece una interpretación sorprendentemente delicada y matizada. Su transformación de un científico severo y reservado en un hombre cariñoso y preocupado por su hijo en gestación es convincente y genera una conexión real con el personaje. Danny DeVito, como siempre, aporta una dosis generosa de humor y un encanto irresistible a su personaje, Larry. Sin embargo, Emma Thompson brilla con luz propia, elevando la película con una interpretación sofisticada y llena de matices como la doctora Diana Reddin. Su personaje, inicialmente frívolo y arrogante, evoluciona a lo largo de la historia, mostrando una vulnerabilidad inesperada que contrasta con su apariencia.

El guion, aunque a primera vista podría parecer simple, se beneficia de diálogos inteligentes y situaciones cómicas que se desarrollan de forma orgánica. La película explora temas como la paternidad, el amor, la responsabilidad y la aceptación, todo ello envuelto en un hilarante episodio de ciencia ficción. La trama no se limita a la comedia física; hay un desarrollo profundo en la relación entre Alex y Diana, y la película no rehuye la complejidad de las emociones y los desafíos que conlleva la inesperada paternidad. La idea de un científico que se embaraza es, en sí misma, un giro inusual y lo suficientemente interesante para sostener la historia, pero es la forma en que se explora y se utiliza esa premisa lo que la hace tan memorable.

Nota: 7/10