Ju-on 2 (La maldición 2) (2000)

“Ju-on 2: The Grudge 2” no es simplemente una secuela; es una disección inquietante de las debilidades del primer “Ju-on” (La Maldición), un intento de construir una narrativa más sólida sobre un fantasma vengativo y, en última instancia, una experiencia que, si bien no es perfecta, ofrece momentos de genuina tensión y horror psicológico. La película se centra en Tatsuya Suzuki, un agente inmobiliario, que, a regañadientes, convence a su hija, Kyouko, para que inspeccione la casa donde Kayako y Kobayashi fueron asesinados. Este punto de partida, aunque familiar, funciona como catalizador para explorar las raíces de la maldición, desentrañando de forma poco convencional la historia detrás del asesinato y la desaparición de la familia Murakami.

La dirección de Takashi Shimizu, aunque no tan experimental como en la primera entrega, mantiene un ritmo constante y una atmósfera opresiva. Se enfoca en la tensión contenida, utilizando la cámara de manera efectiva para crear ángulos incómodos y momentos de incertidumbre. El uso del sonido, crucial para la experiencia “Ju-on”, está presente y, a menudo, funciona a favor de la película, creando un coro de susurros y gritos que preludian la aparición del fantasma. Sin embargo, a veces, la película recurre a momentos exagerados que, si bien buscan asustar, terminan diluyendo el impacto.

Las actuaciones son generalmente sólidas. Erika Toda, como Kyouko, logra transmitir la angustia y el miedo de una joven confrontada con una realidad que desafía su entendimiento. Su interpretación es la más convincente, representando la progresiva desorientación y el terror de manera creíble. Kenjiro Shichijo como Tatsuya, aunque un personaje relativamente plano, cumple su función de guía y justificación para la mirada del espectador. Sin embargo, la interpretación del fantasma de Kayako, en su mayoría representada a través de efectos visuales, carece de la profundidad y el poder emocional de la primera entrega. La voz y los movimientos, aunque perturbadores, se sienten a veces más como un recurso estilístico que una manifestación real de una angustia visceral.

El guion, siendo una secuela, necesariamente abre vías que pueden sentirse forzadas. La investigación de Kyouko y la re-explicación de los eventos, aunque sirven para establecer un marco narrativo, a veces se sienten repetitivas y un poco lentas. La película, en su intento de profundizar en el pasado de Kayako, pasa demasiado tiempo en detalles que, en la primera película, se insinuaban de manera más sugerente. El tratamiento de la maldición, en general, se siente menos misteriosa y más como una serie de sucesos aterradores en cadena. No obstante, la película logra mantener un nivel de tensión sostenido durante la mayor parte de su duración, gracias al diseño sonoro y las imágenes inquietantes. Al final, “Ju-on 2” es un recordatorio de que la fuerza de “Ju-on” residía, en gran medida, en su brevedad y su capacidad para generar una sensación inmediata de terror.

Nota: 6.5/10