Jurassic World: Dominion (2022)

Jurassic World: Dominion, la conclusión épica de la trilogía original, se presenta con la promesa de un mundo donde el pasado y el presente se encuentran en un torbellino prehistórico. Y, en gran medida, cumple con esa promesa, aunque con una ejecución que, en definitiva, diluye la tensión y el impacto que sus predecesoras lograron. La película se enfrenta a la difícil tarea de explorar las consecuencias de la coexistencia entre humanos y dinosaurios, y aunque visualmente es impresionante, el guion, lamentablemente, carece de la complejidad narrativa que la saga demandaba.

La dirección de Colin Trevorrow es competente, logrando crear momentos de verdadera tensión, especialmente en las primeras escenas donde la amenaza de los dinosaurios es palpable. Sin embargo, la película se estira demasiado, intentando abordar demasiados conflictos y personajes secundarios que, en última instancia, no aportan valor significativo a la trama. El ritmo es errático, alternando secuencias de acción espectaculares con diálogos que, en su mayoría, son expositivos y poco inspirados. Se busca un equilibrio precario entre el entretenimiento puro y la exploración del tema de la convivencia, pero al final, se inclina con demasiada fuerza hacia la primera opción, sacrificando la profundidad que se esperaba de una conclusión tan ambiciosa.

Las actuaciones son sólidas, con Chris Pratt demostrando una vez más su carisma como Owen Grady. Olivia Colman y Josh Brolin ofrecen una química interesante como los científicos que luchan por comprender al nuevo mundo. Sin embargo, el reparto secundario, repleto de personajes con motivaciones poco claras, termina siendo una carga para la trama. Las secuencias de acción, aunque visualmente atractivas, se basan en repeticiones de la fórmula establecida en las películas anteriores: dinosaurios en estampida, explosiones y persecuciones. La película intenta romper con esa fórmula, introduciendo la idea de una "conexión" entre humanos y dinosaurios, pero esta premisa se explora superficialmente, sin llegar a ofrecer una reflexión profunda sobre el tema.

Visualmente, Dominion es un festín para los ojos. Los efectos especiales son impecables y la recreación de los dinosaurios, especialmente el nuevo Tiranosaurio Rex, es impresionante. La película aprovecha al máximo los paisajes naturales, mostrando a los dinosaurios en su hábitat original, lo que añade un elemento de realismo al espectáculo. El problema fundamental radica en que la espectacularidad visual no logra compensar la debilidad del guion y la falta de un propósito narrativo claro. La película se siente como un espectáculo de efectos especiales, con un argumento secundario y poco desarrollado.

A pesar de sus fallos, Dominión ofrece un despliegue visualmente impactante y momentos de tensión genuina. Sin embargo, en última instancia, se queda en ser un digno, aunque no memorable, cierre de la saga, que no logra alcanzar el potencial que parecía albergar al iniciar su viaje.

Nota: 6/10