“Jurassic World: El reino caído” no es solo una película de dinosaurios, sino una reflexión – aunque torpe – sobre la naturaleza humana, la responsabilidad y las consecuencias de la ambición desmedida. La película, dirigida por Colin Trevorrow, se adentra en una isla Nublar post-apocalíptica, cuatro años después del catastrófico colapso de Jurassic World. El motivo de esta nueva aventura no es la creación de nuevas especies, sino la salvación de las que ya existen, una premisa interesante que, lamentablemente, no se explora con la profundidad que merecía.
La dirección de Trevorrow, que ya demostró su maestría en “Jurassic World” y “Jurassic World: Fuga”, se centra en la tensión y el peligro constante. La película se beneficia enormemente de su estética visualmente impactante. Las escenas de dinosaurios, especialmente las de los raptores y el nuevo Tiranosaurio Rex, son asombrosas. La captura y manipulación de la tecnología para interactuar con estos seres prehistóricos logra un equilibrio entre lo espectacular y lo realista, logrando un resultado convincente. Sin embargo, la película cae en un exceso de CGI, que en algunos momentos resulta demasiado pronunciado, restando credibilidad a ciertas escenas. La vibración y el sonido, por otro lado, son impecables, sumergiéndote completamente en el ambiente peligroso y claustrofóbico de la isla.
Las actuaciones son sólidas, con Chris Pratt y Bryce Dallas Howard retomando sus roles de Owen Grady y Claire Dearing, respectivamente. Pratt mantiene su carisma y su dinamismo, logrando momentos de genuino humor y emoción. Howard, en cambio, se muestra más vulnerable y atormentada, explorando las consecuencias psicológicas de sus errores pasados. El nuevo personaje de Dani Ramos, interpretada por Isabella Merril, aporta frescura y una perspectiva inocente a la historia, aunque su desarrollo carece de la profundidad que se esperaría de un personaje tan central.
El guion, sin embargo, es donde la película más decepciona. La trama, aunque funcional, se siente predecible y, en ocasiones, demasiado simplificada. Los giros argumentales, aunque presentes, no impactan tanto como podrían, y algunos diálogos se sienten forzados. La película se centra excesivamente en la acción y el espectáculo, descuidando un poco la construcción de personajes y el desarrollo de temas más profundos. La exploración de la relación entre Owen y la niña, y la reflexión sobre la desestabilización del ecosistema, aunque presentes, se ven eclipsadas por la necesidad de mantener el ritmo frenético de la película. Se siente como si el guion hubiera estado más enfocado en el “wow” visual que en la sustancia narrativa.
A pesar de sus fallas, “Jurassic World: El reino caído” es una película entretenida y visualmente impresionante. Si bien no alcanza la altura de las entregas originales, ofrece un espectáculo de dinosaurios digno de ser visto en la pantalla grande. Sin embargo, la historia y el guion no logran aprovechar al máximo el potencial que se les ofrece. Es un intento por reinventar la franquicia, y aunque no es un éxito rotundo, sí que mantiene la llama de la aventura y el miedo.
Nota: 6.5/10