Kabaddi Kabaddi (2015)

“Kabaddi Kabaddi” es una película que, al principio, puede resultar algo sombría, pero que lentamente se desvela como una historia conmovedora sobre el amor, la tradición y las complejidades de las relaciones humanas, ambientada en el inmenso paisaje rural de Nepal. La película, dirigida con sensibilidad por Karma Paul Acharya, se centra en la lucha de Kaji, interpretado con una autenticidad sorprendente por Dayahang Rai, por conquistar el afecto de Maiya, un objetivo que se convierte en un torbellino de tensiones y rivalidades. El director logra capturar la esencia de la vida en ese pequeño pueblo, transmitiendo un sentido de arraigo a la tierra y a las costumbres que es palpable en cada escena.

La película no se centra únicamente en el romance. La tensión dramática se construye gradualmente a través del regreso de Bamkaji (Saugat Malla), un personaje que representa la fuerza de la tradición y la inflexibilidad de las normas sociales. Malla ofrece una actuación poderosa, mostrando una ambivalencia que hace comprensible, aunque no necesariamente justificable, su obstinación. La película explora con agudeza las consecuencias de las decisiones tomadas por el deseo y la imposibilidad de escapar de las expectativas sociales. No se presenta una visión simplista del conflicto; se observa la complejidad de la posición de cada uno de los personajes, revelando las razones detrás de sus acciones.

La dirección cinematográfica de Acharya es notable. La fotografía, en gran medida, se apoya en la belleza agreste del paisaje nepalese, que se convierte en un personaje más de la historia. Los planos abiertos, los colores cálidos y la luz natural, crean una atmósfera que sumerge al espectador en la realidad del pueblo. Sin embargo, a veces, la película se siente un tanto lenta, y la narrativa podría haberse beneficiado de un ritmo más ágil. El guion, escrito por el mismo Acharya, presenta diálogos genuinos que, aunque a veces repetitivos, contribuyen a la construcción de los personajes y la comprensión de sus motivaciones. La historia de amor, aunque central, no domina por completo el metraje; se comparte espacio con la exploración de las dinámicas familiares y la importancia de la comunidad.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Rishma Gurung aporta una dulzura y vulnerabilidad convincentes a Maiya, y Bijay Baral, quien interpreta a un hermano de Kaji, ofrece un alivio cómico bien medido. El trabajo en equipo es evidente y los actores logran transmitir la emoción y la angustia de sus personajes. No obstante, el guion a veces se concentra demasiado en los conflictos externos, dejando a un lado el desarrollo emocional de algunos personajes secundarios. La película, en definitiva, es un retrato honesto y a veces doloroso de una cultura en transición, donde el amor y la tradición se encuentran en una constante batalla.

Nota: 7/10