Kanye West: DONDA Experience Performance 2 22 22 (2022)

“Kanye West: DONDA 2 Performance Experience 22 22” es un evento, una declaración, una catarsis audiovisual que, más que una película, se siente como la captura accidental de una experiencia casi religiosa. Grabada en el Loandepot Park de Miami, la presentación es un testamento a la obsesión de Kanye West con la matriarca de su vida, Donda, y a su búsqueda de la trascendencia a través de la música. Pero, ¿es una película exitosa? La respuesta, como las ideas de Kanye, es compleja y carente de un final definitivo.

La dirección, a cargo de Ben Surface, se centra primordialmente en la captura inmersiva. Se abandona la narrativa tradicional de un concierto, priorizando el flujo constante de imágenes, la sobreexposición y la sensación de estar dentro del propio caos creativo de Kanye. La cámara es omnipresente, a menudo colocada en ángulos imposibles o demasiado cerca, generando una sensación de claustrofobia y desorientación que refleja el estado mental del artista. Hay momentos genuinamente impactantes, como la improvisación con la banda sonora de “Runaway” o la entrega de “Jesus Walks”, donde la energía es palpable y el público, aunque disperso, parece sumido en la experiencia. Sin embargo, la sobrecarga visual a veces resulta abrumadora, dificultando la apreciación de las interpretaciones musicales.

Las actuaciones son, en esencia, lo que sustenta la película. Kanye West, innegablemente, es una fuerza de la naturaleza. Su carisma, su imprevisibilidad y su compromiso con la música son evidentes, incluso en medio de sus momentos más erráticos. La banda, de diversos estilos y niveles de maestría, se adapta con sorprendente agilidad a la improvisación de Kanye. El cameo de Yeet Crunk, el MC de Lil Durk, añade un elemento inesperado, pero la inclusión de artistas como The Weeknd y Teyana Taylor, aunque bien ejecutados, a menudo se siente como un añadido más que una contribución orgánica. La presencia de Kanye no es solamente un simple intérprete; es un conductor, un profeta, un ejecutor de un ritual que busca la iluminación a través de la música.

El guion, si es que se puede llamar así, es prácticamente inexistente. La película no cuenta una historia, sino que ofrece fragmentos de un proceso creativo en curso. Es un collage de momentos, reflexiones, improvisaciones y momentos de pura intensidad. Kanye interrumpe la música con divagaciones sobre su visión de Donda, sus luchas con la fama y sus creencias. Estos monólogos, aunque a menudo desconcertantes, proporcionan una ventana al subconsciente del artista. Sin embargo, esta falta de estructura narrativa puede resultar frustrante para algunos espectadores, quienes podrían estar buscando una experiencia más cohesionada. La película se beneficia enormemente de la familiaridad con el trabajo de Kanye, por lo que quienes no están familiarizados con su discografía y sus obsesiones podrían encontrarse perdiendo el hilo.

A pesar de sus fallas estructurales y la a veces excesiva intensidad, “Kanye West: DONDA 2 Performance Experience 22 22” es una experiencia visceral. Es un documento raro y valioso de un artista en constante evolución, un vistazo al lado más crudo y personal de Kanye West. No es un arte fácilmente accesible, pero ofrece a quienes se atreven a sumergirse en el caos una mirada única a la mente de un genio controvertido. Es un experimento, no un entretenimiento tradicional, y como tal, merece la pena ser visto, aunque con una reserva de paciencia y una dosis saludable de escepticismo.

Nota: 6.5/10