“Keanu”, la última propuesta de Key & Peele, no es precisamente una obra maestra cinematográfica en el sentido tradicional, pero sí un ejercicio de humor absurdo y sorprendentemente divertido que merece la pena explorar. El dúo cómico, conocidos por su brillante trabajo en la comedia de situación, se adentra en un territorio extraño y completamente inesperado: la imitación de una banda criminal para salvar a un gato. La premisa en sí misma es tan peculiar que ya plantea un desafío interesante para los directores, y Daniel Casey logra, a un nivel básico, darles cuerpo a esa idea inicialmente descabellada.
La dirección se centra en mantener la peculiaridad de la situación y en el ritmo frenético de la trama. Hay momentos en los que la comedia se siente natural y orgánica, producto de la química entre Keegan-Michael Key y Jordan Peele, que están a su mejor nivel interpretando a Clarence y Rell. Sin embargo, Casey no intenta dar profundidad a la historia; se limita a presentar el conflicto central y observar cómo los personajes reaccionan. Esto, a veces, resulta en una sensación de artificiosidad, pero en general, el estilo visual es efectivo para comunicar la locura del universo en el que se mueven los protagonistas. La banda sonora, por otro lado, es excelente, acentuando el tono cómico y la sensación de irrealidad.
En cuanto a las actuaciones, Key y Peele demuestran una maestría indiscutible en la imitación de personajes. Sus interpretaciones de los “asesinos” son exageradas, ridículas y, al mismo tiempo, hilarantes. El trabajo de doblaje, especialmente el de la banda criminal, es impecable y contribuye enormemente al efecto cómico. La comedia se basa en la diferencia entre la apariencia y la realidad, y los actores lo explotan al máximo. La película también cuenta con un elenco de secundarios competente, aunque su contribución es secundaria a la dinámica entre Key y Peele. La transformación de Rell, interpretado por Peele, en un tipo duro y mafioso es particularmente memorable, aunque la motivación no se explica profundamente.
El guion es la debilidad principal de la película. Aunque la premisa es atractiva y el humor se encuentra en gran parte, la trama se siente un tanto superficial y predecible. Se centra en situaciones cómicas que se repiten y que, aunque entretenidas, carecen de una mayor sustancia. Los diálogos, en general, son ingeniosos, pero a menudo se limitan a establecer la situación cómica en lugar de desarrollar personajes o explorar temas más profundos. El giro final, aunque sorprendente, no justifica el camino recorrido y deja una sensación de inconclusión. La película parece ser más un ejercicio de comedia rápida que una narrativa con objetivos claros.
A pesar de sus deficiencias narrativas, “Keanu” logra divertir. Es una película peculiar, absurda y llena de momentos cómicos que vale la pena disfrutar si se busca una comedia ligera y refrescante. No es una película que se quedará en la historia, pero sí que proporciona un rato agradable y, a veces, sorprendentemente ingenioso.
Nota: 6.5/10