Kenny Begins (2009)

“Kenny Begins” es, en su esencia, una película que se mueve en el terreno de la ciencia ficción de bajo presupuesto, con un toque de humor absurdo que, a veces, resulta encanto y otras, simplemente abrumador. La trama central, la llegada de un villano espacial con ambiciones de dominación terrestre y la improbable unión de Kenny, un protagonista peculiar, y dos adolescentes, se siente como un cliché barato, pero la película, a pesar de sus limitaciones, logra construir un universo peculiar que, curiosamente, te mantiene enganchado. La dirección de Michael Davis es funcional, priorizando la acción sobre la reflexión, y aunque no aporta la originalidad o la sofisticación visual que a veces se espera en este género, consigue mantener el ritmo acelerado de la película y presenta los efectos especiales de manera sorprendentemente convincente considerando el presupuesto. La banda sonora, omnipresente y con sintetizadores, contribuye a la atmósfera de ciencia ficción retro que la película busca crear.

Sin embargo, lo que realmente destaca, o al menos lo que tiene más peso en la experiencia, son las actuaciones. El protagonista, Kenny, interpretado por el inestimable David Prowse (asistiendo a la leyenda de Darth Vader), ofrece una interpretación exagerada y genuinamente divertida. Su Kenny es un personaje con una mezcla de torpeza, valentía y un cierto encanto infantil que contrasta fuertemente con la amenaza que representa Oversmart. La química entre Prowse y los dos adolescentes, interpretados por jóvenes actores con menos experiencia, es decente, aunque a veces la interpretación se ve afectada por la falta de pulido. Particularmente, la actuación de la joven Lily Chen como Chloe, la más pragmática de las dos, aporta un contrapunto refrescante al personaje de Kenny.

El guion, sin embargo, es donde la película revela sus mayores debilidades. A pesar de un comienzo prometedor, el desarrollo de la trama se vuelve inconsistente, introduciendo elementos que parecen sacados a la ligera del universo de la película. El villano, Rutger Oversmart, es un antagonista unidimensional, motivado únicamente por la ambición, y carente de profundidad. Las subtramas, como la misteriosa conexión entre Kenny y Oversmart, se introducen sin una justificación sólida y se desvanecen con la rapidez de una estrella fugaz. Si bien la película intenta construir un sistema de magia, alimentado por fragmentos de un cristal, no logra hacerlo de forma coherente. Se siente más como un adorno que como una base para la historia.

En definitiva, “Kenny Begins” es una película entretenida, pero lejos de ser sobresaliente. Es un esfuerzo modesto que, gracias a las actuaciones y a un sentido del humor particular, logra superar sus limitaciones. No es una obra maestra, ni siquiera una película que merezca un lugar de honor en la historia del cine de ciencia ficción. Sin embargo, si buscas una distracción ligera, con un protagonista memorable y un buen rato para reírse un par de veces, esta podría ser una opción aceptable. La película no intenta ser algo más de lo que es: una aventura familiar simple y directa, y en ese sentido, cumple su cometido con soltura.

Nota: 6/10