“Kidnapped: Historia de un secuestro” no es, en esencia, una película de secuestros. Es mucho más que eso, una disección inquietante de la adolescencia, la alienación y la búsqueda desesperada de conexión en una comunidad aparentemente idílica que, en realidad, se esconde tras una muralla de superficialidad y expectativas irrealizables. La dirección de Brian De Palma, a pesar de ser un nombre de peso, se siente algo apagada, casi como si se sintiera limitado por la materia prima que tenía entre manos. Su maestría en la puesta en escena y los movimientos de cámara, habituales en su filmografía, aquí no alcanzan la intensidad necesaria para realmente transmitir la tensión latente que se siente en cada momento. Sin embargo, De Palma logra crear atmósferas densas y sugestivas, especialmente en las escenas nocturnas, que contribuyen a la sensación general de incomodidad.
El reparto, en general, cumple con creces. Josh Hutcherson, como Dean, ofrece una actuación sutil y convincente, transmitiendo la confusión y la frustración de un joven atrapado en un limbo emocional. Aunque a veces su interpretación podría ser más intensa, logra comunicar el peso del silencio y la desconexión que lo caracterizan. Jacob Lofland, en el papel de Ben, el chico secuestrado, es particularmente destacable. Logra infundir en su personaje una vulnerabilidad palpable y una dignidad que compensan la falta de protagonismo. Las actuaciones secundarias, en particular las de los jóvenes que conforman el grupo de Troy, son sólidas y reflejan la dinámica de un colectivo de adolescentes en crisis, cada uno intentando encontrar su lugar y sentido en un mundo donde las apariencias y las normas sociales son más importantes que la verdadera comunicación. El actor que interpreta a Troy, Ryan O'Neal, aporta una atmósfera inquietante, aunque su personaje no se desarrolla completamente, dejando una sensación de incompletud que se complementa con el resto de la película.
El guion, escrito por Michael P. McCarthy, es donde la película realmente brilla, aunque no sin algunas inconsistencias. La premisa es original y el desarrollo de los personajes, si bien un poco apresurado, es interesante. La película explora temas complejos como el abuso de sustancias, la presión social, la búsqueda de identidad y la desilusión juvenil con una honestidad brutal. La construcción del mundo de los vecinos, con sus rituales vacíos y su atmósfera de falsedad, es particularmente efectiva. Sin embargo, la resolución final, aunque lógica, se siente algo simplista y carente de la profundidad que se había logrado previamente. Se podría haber explorado el impacto emocional del secuestro en los secuestradores, así como en la familia del chico secuestrado, con mayor detalle. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que plantea preguntas incómodas sobre la naturaleza humana y la sociedad actual. A pesar de sus defectos, “Kidnapped: Historia de un secuestro” es una película recomendable para aquellos que buscan una reflexión sobre la adolescencia y sus desafíos.
Nota: 7/10