Kin (2018)

“Kin” se presenta como un thriller de acción postapocalíptico, con elementos de ciencia ficción y un toque de terror psicológico, que, sin embargo, se queda a medio camino entre la ambición y la ejecución. La película, dirigida por Max Cooper, te atrapa desde sus primeros minutos con una atmósfera opresiva y un paisaje desolado que evocan las obras de George Miller, aunque sin alcanzar la misma sofisticación visual. La premisa, la de un exconvicto, Harlan, y su hermano Toby, huyendo de un antiguo enemigo y de un grupo de militares con habilidades letales, es sólida y promete una persecución intensa. Sin embargo, el guion, aunque dinámico en su desarrollo, carece de la profundidad y la complejidad que podrían haber elevado la película a algo realmente memorable.

La dirección de Cooper es competente, logrando crear momentos de tensión palpables y efectos prácticos impresionantes. La coreografía de las escenas de combate es brutal y visceral, priorizando la acción realista sobre la espectacularidad excesiva, lo cual, en mi opinión, es un acierto. El uso de la cámara, a menudo a través de la perspectiva del personaje, contribuye a generar una sensación de vulnerabilidad y peligro inminente. No obstante, la película se deja llevar por la acumulación de escenas de persecución, algunas de las cuales se sienten repetitivas y carentes de un propósito claro más allá de demostrar la habilidad de los actores para la acción.

El elenco se sostiene gracias a las interpretaciones de los hermanos Baker. Joel Edgerton, como Harlan, entrega una actuación compleja y magnética, capturando la desesperación y el conflicto interno de un hombre marcado por sus errores pasados. Logra transmitir la fragilidad y el coraje de un superviviente que lucha por proteger a su hermano. Nick Robinson, en el papel de Toby, ofrece una interpretación más contenida, pero igualmente convincente, mostrando el miedo y la confusión de un adolescente que se ve arrastrado a un mundo caótico. La química entre los dos actores es uno de los puntos fuertes de la película y se nota que tienen una buena relación en pantalla. El resto del reparto, aunque cumple su función, no logran destacar de manera significativa.

Uno de los aspectos más interesantes, aunque también uno de los más frustrantes, es la historia detrás del arma que los personajes llevan consigo. La película insinúa un pasado complejo y una tecnología misteriosa que podría tener consecuencias devastadoras. Sin embargo, la explicación de este artefacto es superficial y se presenta como un mero elemento de la trama, sin profundizar en sus implicaciones. Esto queda como un potencial no explorado, una puerta abierta que la película no se atreve a cruzar. En general, “Kin” es una película de acción entretenida, con buenas actuaciones y escenas de acción convincentes, pero que podría haber sido mucho más si hubiera profundizado en su premisa y en los elementos que la hacen especial. No es un fracaso, pero tampoco es una obra maestra.

Nota: 6/10