Klute (1971)

“Klute” (1971), de Alan J. Pakula, es mucho más que un thriller policial; es una disección visceral de la alienación, la ambigüedad moral y la desesperación que acecha bajo la superficie del sueño americano. La película, que se estrenó en un contexto social y político particularmente turbulento, logra una atmósfera densa y opresiva, grabada con maestría por la cinematografía de Caleb Volson, que juega con la iluminación y la sombra para reflejar el conflicto interno de sus personajes. Pakula construye una narrativa que no se basa en la acción espectacular, sino en la contemplación y la lenta acumulación de tensión. Es una película que te atrapa y te obliga a cuestionar las líneas borrosas entre el bien y el mal.

La dirección de Pakula es impecable. Su habilidad para guiar la mirada del espectador y generar sus propias interpretaciones es fundamental para el éxito de la película. No se moldea la historia en torno a un protagonista claramente definido, sino que la experiencia es compartida. La película sigue a Klute (Donald Sutherland), un policía de Nueva York, en su búsqueda de un hombre desaparecido y, a medida que avanza la investigación, se ve arrastrado a un submundo de prostitutas, adicciones y corrupción. Sutherland ofrece una actuación magistral. Su Klute es un hombre complejo, atormentado por su pasado y incapaz de conectar verdaderamente con los demás. Su mirada, a menudo cansada y melancólica, transmite un sentimiento de soledad y desilusión que es contagioso. La química entre Sutherland y Jane Fonda es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película.

Fonda, en el papel de Bree, es una revelación. Su interpretación es sutil, cautivadora y profundamente humana. Bree no es simplemente una prostituta; es una mujer que ha sido explotada y marginada por la sociedad. Fonda logra evocar tanto su vulnerabilidad como su fuerza, y la relación entre Bree y Klute no es solo una investigación policial, sino un encuentro de dos almas perdidas que se buscan la compañía del otro. El guion, adaptado de la novela de Vic Bellairs, es elegante y preciso. Evita simplismos y no ofrece respuestas fáciles. Las conversaciones entre los personajes son inteligentes, a menudo llenas de matices y contradicciones. La película aborda temas como la codicia, la corrupción policial y la deshumanización, pero lo hace con una sensibilidad que evoca la hipocresía moral y la fragilidad del individuo.

“Klute” es una película que te persiste en la mente mucho después de que los créditos finales han terminado. No es una película fácil de ver, ya que no es una historia alegre. Pero su ambigüedad moral, su dirección magistral, las actuaciones de Sutherland y Fonda, y su guion inteligente la convierten en una obra cinematográfica imprescindible. Es un estudio psicológico sobre la condición humana y una denuncia implícita de un sistema que sacrifica a los individuos en aras de la “seguridad”. Se trata de un clásico que sigue siendo relevante en el siglo XXI.

Nota: 8.5/10