Kong: La isla calavera (2017)

“Kong: La Isla Calavera” no es, precisamente, una obra maestra cinematográfica, pero tampoco es un mero entretenimiento vaciado. La película, dirigida por Adam Wingard, se presenta como un espectáculo visualmente impactante que, sin embargo, se ahoga en una ejecución narrativa un tanto torpe y predecible. Es un filme que explora la dinámica entre el hombre y el monstruo, pero lo hace con una superficialidad que deja el espectador deseando más profundidad. La premisa, la exploración de una isla misteriosa habitada por Kong y criaturas extrañas, es intrigante, pero el guion no se atreve a ir más allá de los tropos del género de aventura y monster movie.

El director Wingard, conocido por su estética visualmente retorcida, apuesta de nuevo por el diseño de producción exuberante. La isla de Calavera es, sin duda, el punto fuerte de la película. Su belleza salvaje y su atmósfera opresiva se revelan gradualmente, gracias a una fotografía impecable y a una banda sonora que, a pesar de ser un tanto repetitiva, contribuye a la inmersión. Los efectos especiales, especialmente los que muestran las batallas entre Kong y los humanos, son impresionantes y bien ejecutados, ofreciendo momentos de verdadero espectáculo visual. Sin embargo, la puesta en escena, por sí sola, no logra compensar la falta de desarrollo de los personajes y la trama.

Las actuaciones son, en general, aceptables, aunque carecen de brillo. Tom Hardy, como el capitán James Conrad, aporta un aire de melancolía y determinación a su personaje, aunque sus motivaciones a menudo resultan confusas. Rebecca Hall ofrece una interpretación sólida como la foto-periodista, Jessica, pero su personaje no recibe el desarrollo que merecía. El resto del elenco, compuesto por Brie Larson, John Krasinski y Alexander Skarsgård, cumplen su función sin destacar particularmente. El papel de Alexander Skarsgård como Kong, aunque bien maquillado y con movimientos impresionantes, se siente a veces caricaturesco y carente de matices emocionales. Se intenta explorar su relación con los humanos, pero el intento resulta, en última instancia, superficial.

El problema fundamental de “Kong: La Isla Calavera” reside en su guion, que se basa en clichés y planteamientos simplistas. La amenaza constante de Kong, la búsqueda de un artefacto mítico, la traición de personajes secundarios… todo se siente familiar y poco original. La película se centra demasiado en las secuencias de acción, descuidando el desarrollo de la historia y las relaciones entre los personajes. Aunque los efectos especiales y la estética visual son impresionantes, no son suficientes para salvar una película que carece de sustancia. Se podría haber explorado con mayor profundidad el conflicto entre el hombre y el animal, la pérdida y la redención. En vez de eso, se nos entrega un espectáculo visual que, finalmente, se queda en ser un espectáculo.

Nota: 6/10