Kontroll (2003)

“Kontroll” es, en su esencia, una radiante y perturbadora exploración de la marginalidad y la búsqueda de significado en un entorno urbano disfuncional. La película de Robert Almásy no es un thriller convencional, aunque sí se beneficia de una tensión constante y una atmósfera opresiva. Se centra en el submundo del sistema de metro de Budapest, donde los pasajeros y los revisores, figuras casi rituales de la ciudad, entablan una relación de hostilidad y obsesión. Este juego de persecución, de “Roadrunner” contra los revisores, es la columna vertebral de la narrativa, una danza macabra que captura la sensación de desesperación y la incapacidad de escapar del ciclo de la miseria.

La dirección de Altman es magistral, utilizando la claustrofobia del metro para amplificar la desesperación de sus personajes. La película no busca explicaciones lógicas; más bien, se deleita en la ambigüedad y la sugestión. Los planos son meticulosamente elaborados, con movimientos de cámara deliberados que enfatizan la sensación de encierro y la pérdida de control. La fotografía, con tonos grises y apagados, contribuye a crear una atmósfera sombría y desoladora. No obstante, la película no cae en el estancamiento. La constante acción, a pesar de su carácter aparentemente absurdo, mantiene al espectador enganchado y buscando respuestas, aunque las encuentre sutiles y oscuras.

Las actuaciones son excepcionales. Benjamin Whishaw, en el papel de Bulcsú, ofrece una interpretación entrañable, transmitiendo la soledad y el anhelo de conexión de un hombre atormentado. Su vulnerabilidad contrasta con la frialdad y la desesperación de los revisores. Las interpretaciones de los actores secundarios, como Gábor Pál-Borbély, como el revisor "el Zorro", son igualmente convincentes, dotando a estos personajes de una complejidad que va más allá de la simple villanía. La presencia de Szofi, interpretada por Andi Vaserman, aporta una nota de inocencia y fragilidad en medio del caos.

El guion, firmado por Altman y Balázs Oláh, es un acierto. Evita clichés y soluciones fáciles, optando por una narrativa fragmentada que se revela poco a poco. La figura del “Roadrunner” es fundamental para entender la dinámica del grupo y, a la vez, sirve como un símbolo de la rebeldía y la resistencia ante una sociedad que parece deshumanizar a sus habitantes. La revelación final, aunque no totalmente satisfactoria en términos de explicación, es impactante y añade una capa adicional de complejidad a la historia. No obstante, el guion también tiene el valor de permanecer en el aire, permitiendo múltiples interpretaciones y dejando espacio para el debate.

“Kontroll” es una película que exige una mirada activa del espectador. No ofrece respuestas fáciles ni finales felices, sino que se adentra en la oscuridad de la condición humana, explorando la fragilidad de la identidad y la búsqueda desesperada de significado. Es una obra provocadora y memorable, que permanece en la mente mucho después de que los créditos finales hayan rodado.

Nota: 8/10