Krampus: Maldita Navidad (2015)

“Krampus: Maldita Navidad” (Krampus: Unleashed) no es una película que redefine el género de terror navideño, pero sí que logra construir una atmósfera inquietante y perturbadora, aprovechando al máximo el potencial de un concepto arquetípico: el espíritu de la Navidad versus la oscuridad ancestral. El director, Michael Dougherty, transmite una sensación de amenaza palpable desde los primeros minutos, y lo hace con un despliegue visualmente impactante que se alía a la atmósfera opresiva del norte de Colorado durante una tormenta de nieve implacable.

La película se centra en Max, interpretado con una madurez sorprendente por Bo Burnham, un adolescente desilusionado con la Navidad tras una serie de eventos familiares que lo han llevado a cuestionar la bondad inherente a la tradición. La dirección de Burnham le permite explorar la vulnerabilidad y el dolor adolescente con honestidad y, sobre todo, con una sutil ambivalencia. Su Max no es un héroe tradicional; es un chico resentido, que lucha contra sus propias inseguridades y la pérdida, lo que lo hace mucho más relatable que muchos protagonistas de thrillers navideños. La película no se limita a ser una simple confrontación entre el bien y el mal, sino que explora las raíces de la desilusión y la necesidad de redención.

Las actuaciones son sólidas en general. Toni Collette ofrece una interpretación magistral como Adele, la madre de Max, mostrando una mezcla de fuerza, fragilidad y desesperación. Bradley Whitford, en el papel del padre, aporta un tono de incredulidad y preocupación que complementa la situación. Sin embargo, la verdadera estrella es Ray Patton como el Krampus, un demonio brutal y convincente que se mueve con una fuerza y un peligro innegables. La película no rehúye del gore, y si bien no es excesivo, sí que contribuye a la intensidad de la experiencia visual y a la sensación de que el Krampus es una amenaza real y tangible. La caracterización del monstruo es efectiva, oscureciendo la apariencia del demonio y enfatizando su ferocidad.

El guion, a veces, puede resultar algo predecible, derivando en ciertos momentos en tropos comunes del género de terror. No obstante, la película se salva gracias a una sólida construcción de suspense y un ritmo bien equilibrado. El desarrollo de los personajes y la exploración de las motivaciones de cada uno, aunque no radicalmente innovador, logra mantener el interés del espectador. La narrativa, aunque con algunos momentos lentos, se beneficia de una fuerte atmósfera y una capacidad para generar momentos de verdadera tensión. La película hace uso inteligente del folklore europeo, integrando la mitología del Krampus con la narrativa de una manera que es a la vez respetuosa y original. Dougherty busca, en definitiva, una actualización moderna y visceral de un arquetipo clásico.

Nota: 7/10