Krull (1983)

‘Krull’ es, sin duda, una película que merece ser recordada por su audacia y su particular estética de fantasía. Lanzada en 1983, esta producción de Amblin Entertainment, bajo la dirección de Gary Nelson, se erige como un monumento a las películas de fantasía juvenil de la época, un género que, en su momento, gozaba de una enorme popularidad. Sin embargo, al revisitarla en el siglo XXI, es evidente que ‘Krull’ es una película que se queda a medio camino entre la grandilocuencia y la mediocridad, un esfuerzo ambicioso que, lamentablemente, no logra alcanzar la excelencia.

La trama, aunque simple, ofrece un punto de partida interesante: el planeta Krull se encuentra al borde de la destrucción por la llegada de un monstruo devorador y su ejército de alienígenas. La unificación de dos naciones en un matrimonio entre el príncipe Colwyn y la princesa Lyssa se presenta como un gesto de esperanza, una oportunidad para enfrentar la amenaza conjunta. El guion, sin embargo, se siente a menudo torpe y carente de sutileza. Los diálogos son, en su mayoría, expositivos y poco convincentes, y los giros argumentales, aunque frecuentes, carecen de lógica y profundidad. La película se basa fuertemente en clichés del género, recurriendo a elementos predecibles y a situaciones que han sido exploradas innumerables veces antes.

En cuanto a la dirección, Gary Nelson logra crear una atmósfera visualmente impactante. El diseño de producción es deslumbrante, con paisajes exóticos y criaturas fantásticas que evocan la fantasía clásica. La película hace un uso considerable de efectos especiales, tanto prácticos como digitales, para su época, aunque algunos de ellos, con el paso del tiempo, se ven un poco anticuados. Sin embargo, la dirección carece de una visión clara y consistente, y Nelson parece dividido entre el deseo de crear una película de fantasía épica y la necesidad de mantenerla accesible para el público juvenil. Las escenas de batalla, a pesar del esfuerzo visual, a menudo se sienten caóticas y carentes de ritmo. La banda sonora de Basil Poindexter, aunque grandilocuente, no logra compensar la falta de tensión dramática.

Las actuaciones son igualmente contrastadas. Christopher Atkins, como el príncipe Colwyn, ofrece una presencia llamativa, pero su interpretación es a menudo carente de profundidad. Victoria Abril, en el papel de Lyssa, aporta cierta elegancia y carisma al personaje, aunque su arco dramático es limitado. El resto del reparto, compuesto en gran medida por actores desconocidos, realiza un trabajo decente, pero ninguno logra destacar particularmente. La interpretación de la criatura principal, el monstruo, es particularmente decepcionante; su diseño visual es llamativo, pero su comportamiento y su motivación son confusos y poco convincentes.

En definitiva, ‘Krull’ es una película que, a pesar de sus ambiciones y sus elementos visualmente atractivos, termina siendo un fracaso. Es una película olvidable, que se queda a medio camino entre el entretenimiento superficial y la pretensión. Un espectáculo visualmente estimulante, pero narrativamente decepcionante.

Nota: 5/10