Kuiba (2011)

“Kuiba” es un espectáculo visualmente deslumbrante que, sin embargo, se topa con problemas de sustancia. La película, ambientada en un Japón histórico pero con un toque de fantasía oscura y sobrenatural, adentra al espectador en un mundo donde el renacimiento de un demonio ancestral amenaza con sumir a la nación en la destrucción. La premisa, la de un niño sin saberlo hostigado por una entidad maligna, es intrigante y ofrece un terreno fértil para explorar temas de destino, sacrificio y la lucha entre el bien y el mal. Sin embargo, el guion, aunque inicialmente prometedor, se ve empobrecido por una ejecución que se siente, en muchos momentos, demasiado transgresora y carente de profundidad.

La dirección de Ken Watanabe es, en su mayor parte, impecable. Watanabe se adentra en la estética de un Japón feudal, recreando paisajes imponentes y escenarios de batalla coreografiados con un dinamismo que invita a la inmersión. El uso de la fotografía es exquisito, con paletas de colores que oscilan entre la luz dorada de la mañana y las sombras opresivas que reflejan la amenaza latente. La banda sonora, evocadora y llena de tensión, contribuye significativamente a la atmósfera sombría y melancólica de la película. No obstante, la necesidad de mostrar constantemente la inminente batalla, a menudo a expensas de la construcción de personajes, resulta a veces forzada y repetitiva.

Las actuaciones son generalmente sólidas. Kento Yamazaki ofrece una interpretación convincente de Manji, un joven atormentado por una fuerza que no comprende. Su evolución a lo largo de la película, desde la inocencia hasta la valentía, está bien representada, aunque algunos momentos de angustia parecen depender demasiado de la sobreactuación. Más destacable es el papel del maestro, interpretado por Hiroyuki Sanada, quien aporta a su personaje una presencia imponente y una sabiduría que contrastan con la fragilidad del protagonista. Sanada, como suele ser su costumbre, imprime clase y dignidad a cada escena en la que participa. Sin embargo, algunos de los personajes secundarios, aunque visualmente interesantes, no reciben suficiente desarrollo para dejar una impresión duradera.

El mayor problema de "Kuiba" reside en su ritmo y en la forma en que maneja la información. La película se interrumpe con demasiados momentos de acción que, aunque visualmente espectaculares, no sirven para profundizar en la historia o en las motivaciones de los personajes. Se siente que el director se inclina por mostrar más que por contar. Además, el tratamiento del conflicto entre Manji y Kuiba es un tanto superficial. La lucha, aunque coreografiada con virtuosismo, carece de un significado emocional convincente. La película no explora las consecuencias psicológicas de la posesión demoníaca ni las dudas morales que podría generar la necesidad de combatir a una entidad tan poderosa. En esencia, la película se queda en la superficie, dejando al espectador con una sensación de incompletitud. Un mayor enfoque en la construcción del personaje y en el desarrollo de la trama habría elevado significativamente la calidad de la experiencia.

Nota: 6/10