Kull, el conquistador (1997)

“Kull, el Conquistador” es una película que, a pesar de sus ambiciones de ser un épico western fantástico, termina siendo un ejercicio de ritmo irregular y una decepción para aquellos que esperaban una entrega de la talla de “Conan el Bárbaro”. La película, que se sitúa en un pasado remoto, arraiga en la idea de un guerrero nórdico que, tras ascender al trono de Valusia, se enfrenta a una amenaza sobrenatural y a una hechicera manipuladora. El concepto, en esencia, es sólido y tiene potencial para una narrativa fascinante, pero la ejecución carece de la fluidez y el impacto deseados.

La dirección de Richard Herburger se siente a veces torpe, con cortes abruptos y una falta de dinamismo en las escenas de acción. Se observa una timidez en el manejo de la cámara, priorizando la puesta en escena sobre la experimentación visual. Las batallas, si bien presentan un cierto nivel de espectacularidad gracias a los efectos especiales, carecen de un verdadero sentido de urgencia y peligro. La banda sonora, aunque intenta evocar la grandilocuencia del género, a menudo se siente pretenciosa y desentonada con la acción en pantalla. Sin embargo, se aprecia cierta atención al detalle en la recreación de los escenarios y el vestuario, que sugieren un mundo inspirado en la mitología nórdica y la estética del western clásico.

Las actuaciones son un punto fuerte de la película. Alexander Skarsgård se entrega de cuerpo y alma al papel de Kull, transmitiendo la nobleza, el coraje y la vulnerabilidad del personaje. Su interpretación es convincente y su presencia en pantalla es constante. Ioan Gruffudd, como el consejero de Kull, aporta una dosis de sabiduría y gravedad al reparto. No obstante, el personaje de Akivasha, interpretado por Eva Green, queda reducido a un mero cliché de villana seductora, carente de profundidad y motivación. La química entre Skarsgård y Green es prácticamente inexistente, lo cual perjudica el desarrollo de la trama romántica.

El guion, en general, es bastante predecible y carente de originalidad. La trama, aunque interesante en su planteamiento inicial, se complica con demasiados giros argumentales innecesarios y diálogos forzados. La historia de Kull es, en esencia, una reescritura moderna de la leyenda de Rey Arturo, pero sin la poesía y la complejidad de las obras originales. Se intenta incorporar elementos de la mitología celta y nórdica, pero de una forma superficial y poco integrada en la narrativa. La subtrama del viaje en busca de la espada justiciera, crucial para el desarrollo del personaje, se siente repetitiva y con pocas sorpresas. La película intenta abordar temas como el destino, la moralidad y el poder, pero lo hace de forma didáctica y sin profundidad.

En definitiva, "Kull, el Conquistador" es una película entretenida pero olvidable, que no logra cumplir con las expectativas generadas por su premisa. La actuación de Alexander Skarsgård es el único punto destacado, pero no es suficiente para salvar un guion predecible y una dirección poco inspirada. Podría haber sido una entrega prometedora, pero finalmente se queda en un simple entretenimiento visual.

Nota: 5/10