Kuttimaa (2013)

“Kuttimaa” no es una película que busca redefinir el género dramático familiar; en lugar de eso, se posiciona con maestría como una pequeña joya que rasca la fibra sensible del espectador, evocando recuerdos y planteando preguntas sobre la importancia del arraigo y la comprensión intergeneracional. La película, dirigida con sensibilidad por Ramesh Saatchi, se construye con una meticulosa paciencia, permitiendo que la relación entre Kuttimaa (K R Rangamma) y su nieto Krish (Shweta Gupta) se desarrolle de forma orgánica, generando una tensión y un cariño palpables. No se trata de una trama repleta de giros argumentales, sino de la lenta, casi imperceptible, transformación de la antipatía inicial en un respeto y un afecto profundo.

La dirección de Ramesh Saatchi es notable por su capacidad para captar la esencia rural de la India, la atmósfera cálida y hogareña del entorno de Kuttimaa. El uso de la fotografía es suave y contemplativo, priorizando los planos largos que permiten al espectador sumergirse en la vida cotidiana, en los sonidos, en los olores de esa tierra. La película no intenta ser grandilocuente; su fuerza reside en la simplicidad, en la belleza de los pequeños detalles, como el trabajo en el campo, las conversaciones sin artificios, la preparación de la comida. Es una estética que recuerda a las películas de Satyajit Ray, aunque con un toque contemporáneo y una sensibilidad moderna.

Las actuaciones son, en general, excepcionales. K R Rangamma, como Kuttimaa, entrega una interpretación desbordante de calidez y sabiduría. Su personaje no es meramente la abuela gruñona, sino una mujer profundamente arraigada a sus tradiciones, a sus creencias, a su tierra. Su rostro, arrugado por el tiempo y las experiencias, revela una mirada que contiene tanto amargura como benevolencia. Shweta Gupta también se destaca, logrando transmitir la evolución de Krish, pasando de la irritación inicial a la empatía, a la comprensión. Aunque su personaje es más “moderno”, su arco narrativo es particularmente conmovedor, y su interpretación honesta y vulnerable añade peso emocional a la historia. La química entre ambas actrices es el corazón latente de la película.

El guion, aunque sencillo en su estructura, es brillante en su sencillez. La historia se centra en la dificultad de conectar a través de las diferencias culturales y generacionales, pero también en la fuerza del amor y la aceptación. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que invita al espectador a reflexionar sobre la importancia de escuchar, de comprender, de valorar las experiencias de los demás. La película es un llamado a la paciencia y a la apertura mental. A veces, la mayor riqueza se encuentra en los lugares más inesperados, en las relaciones que menos esperamos. “Kuttimaa” es, en esencia, una meditación sobre el amor, la familia y la conexión con la tierra.

Nota: 8/10