“La aparición” es una película que se instala en la mente como una niebla densa, una sensación inquietante que se aferra a ti mucho después de que los créditos finales hayan sonado. Dirigida por Ursula Kruger, la película no se limita a ofrecer un simple thriller de suspense; se convierte en una exploración meditabunda de la fe, la duda y el poder corrosivo del trauma. La premisa, la contratación de un periodista atormentado para investigar una posible aparición sobrenatural, es un punto de partida excelente y Kruger la ejecuta con una meticulosa lentitud que, aunque a veces puede resultar lenta para algunos espectadores, se justifica por la atmósfera que construye.
El personaje de Jacques Mayano, interpretado con una fuerza contenida por Vincent Cassel, es el corazón de la película. Cassel ofrece una actuación magistral, transmitiendo la fragilidad emocional y el hastío del protagonista sin caer en melodramáticas. Su pasado, marcado por una tragedia personal que lo ha dejado marcado y desconfiado, es el vehículo para entender su escepticismo inicial ante la supuesta aparición. La película explora con sutileza cómo el trauma puede distorsionar la percepción de la realidad y cómo la búsqueda de respuestas puede llevar a un lugar peligroso, tanto psicológico como espiritual.
La dirección de Kruger es notablemente precisa. No se asocia con grandilocuencia a los fenómenos paranormales; en cambio, se enfoca en la observación minuciosa de los personajes y en la creación de una atmósfera palpable de incomodidad. Los planos largos, la iluminación sombría y el diseño de sonido, que se apoya fuertemente en el silencio y en la sugerencia, contribuyen a generar una sensación constante de que algo no está bien. La película evita explicaciones fáciles, dejando que el espectador forme sus propias conclusiones. La ambigüedad, lejos de ser un defecto, es una de las principales fortalezas de la película; no ofrece respuestas definitivas, sino que plantea preguntas inquietantes sobre la naturaleza de la fe y la certeza.
El guion, adaptado de una novela de Ryu Murakami, es inteligente y contundente. Evita clichés del género de terror y se centra en la exploración psicológica del protagonista y de los demás miembros del equipo investigador. La película, aunque a veces lenta, mantiene el interés del espectador gracias a sus personajes complejos y a su exploración de temas profundos. La forma en que se desarrollan las relaciones entre los personajes, especialmente entre Jacques y una joven médium (Léa Drucker), añade una capa adicional de profundidad a la narrativa. La película, en general, logra ser una experiencia cinematográfica reflexiva y perturbadora, que invita a la reflexión sobre las verdades más profundas de la existencia.
Nota: 7.5/10