La Audición (2019)

“La Audición” es un filme que, a primera vista, parece un ejercicio de observación sobre la vejez y el dolor, pero que, al profundizar, revela una complejidad emocional inesperada y un retrato sutil del poder del arte y la memoria. Dirigida con delicadeza por Gerardo Morales, la película no busca la espectacularidad, sino la intimidad, y es precisamente en esa quietud donde reside su mayor fuerza. Morales nos presenta a Don Marco, interpretado magistralmente por Emilio Bohórquez, un hombre cuya mirada refleja una añoranza profunda, casi una tristeza tangible. No se trata de un personaje fácil de comprender; Bohórquez lo dibuja como un hombre rígidamente atrapado en su pasado, una especie de mausoleo de recuerdos donde intenta, con poca suerte, mantener la puerta entreabierta. Su actuación es, sin duda, el corazón palpitante de la película, comunicando el dolor no con grandilocuencias, sino con la honestidad brutal de una mirada perdida.

La dirección artística también contribuye significativamente al tono melancólico de la película. La fotografía, en tonos apagados y con una iluminación que enfatiza las sombras, crea una atmósfera opresiva que refleja el estado emocional de Don Marco. El escenario, un museo con exhibiciones discretas que simbolizan la vida que ya no es, se convierte en un personaje más, testigo silencioso del drama personal que se desarrolla. El guion, aunque lento y deliberado, se beneficia de diálogos sutiles y de momentos de silencio que transmiten más que cualquier conversación. El conflicto central, la decisión de Don Marco de asistir a la audición, no es un batallón de emociones explosivas, sino una lucha interna que se manifiesta en pequeñas acciones y miradas significativas. La película explora la idea de que el arte, aunque pueda ser una fuente de dolor, también puede ser un vehículo para la redención y la conexión con el pasado.

Sin embargo, la película no es perfecta. El ritmo pausado, aunque esencial para su atmósfera, podría resultar tedioso para algunos espectadores. Además, la subtrama con la nieta, Lucia, aunque bien intencionada, a veces se siente un poco forzada y carente de la misma profundidad que la historia principal. No obstante, estas pequeñas imperfecciones palidecen frente a la resonancia emocional de la película y la entrega convincente de Bohórquez. Morales, además, logra evocar la memoria no como un recuerdo idealizado, sino como una construcción compleja, frágil y a menudo dolorosa. “La Audición” es, en definitiva, una película que invita a la reflexión sobre el tiempo, el amor y el poder perdurable de la experiencia.

Nota: 7/10