“La balada de Lefty Brown” es un western melancólico, un relato sobre la lealtad, la pérdida y la incertidumbre en un paisaje agreste que parece consumir todo lo que se le presenta. Dirigida con sensibilidad por Frederick Woolfe, la película se aferra a un tono íntimo, alejándose de los grandilocuentes enfrentamientos y la estética hiper-masculina que a menudo dominan este género. En lugar de un heroísmo vibrante, se nos presenta a Lefty Brown (Richard Harris), un hombre marcado por la vida, la pérdida y la eterna soledad, como un personaje complejo que apenas se atreve a salir de su propia sombra.
Richard Harris ofrece una actuación magistral, sin exageraciones ni disfraces dramáticos. Su Lefty es un hombre silencioso, un espectro de la frontera, cuya mirada transmite una profunda tristeza y una amargura adquirida a través de años de supervivencia. La química entre Harris y la también notable Barbara Hitchcock, quien interpreta a la Sra. Johnson, es el corazón palpitante de la película. La Sra. Johnson, a pesar de su evidente preocupación por la seguridad de su marido, no lo asedia ni lo juzga, sino que le observa con una melancólica aceptación de la inevitabilidad del destino. Hitchcock entrega un retrato de una mujer fuerte, castigada por su posición social y por el pasado de su esposo, pero con una dignidad que evita el melodrama.
El guion, adaptado de la novela de Daniel Plain, es deliberadamente pausado. No busca respuestas fáciles ni diálogos grandiosos. En cambio, se centra en los detalles, en los pequeños gestos, en las conversaciones fugaces que revelan la historia de Lefty y su conexión con la tierra y con el hombre que le ha confiado su vida. Hay una belleza cruda y contemplativa en la forma en que se describe la región montañosa, con sus ríos caudalosos, sus bosques densos y sus noches estrelladas. La fotografía de Paul Hirsch es excepcional, creando una atmósfera opresiva y poética, casi como un paisaje que respira. Las tonalidades oscuras, los contrastes marcados y la utilización del movimiento de cámara contribuyen a esta sensación de desolación, pero también a la belleza innegable del lugar.
A pesar de su ritmo deliberado, la película no se convierte en un tedio. La tensión se construye gradualmente, no a través de persecuciones o duelos, sino a través de la creciente inquietud de la Sra. Johnson y la duda silenciosa que se cierne sobre Lefty. La película explora la idea de que la verdadera aventura no reside en la conquista, sino en la capacidad de aceptar la pérdida y de seguir adelante, incluso cuando el camino parece desolador. Es una película que te invita a la reflexión, a considerar las consecuencias de las decisiones que tomamos y a valorar las relaciones que nos sostienen.
Es un western diferente, un western que se aleja de los clichés y se adentra en la complejidad de la naturaleza humana. No es una película para todos los gustos, requiere paciencia y una disposición a dejarse llevar por su lentitud, pero para aquellos que estén dispuestos a hacerlo, ofrece una experiencia cinematográfica memorable y conmovedora.
Nota: 7/10