La bella durmiente (1959)

El pasado marzo, la pantalla grande fue testigo del regreso de "La Bella Durmiente", la reinterpretación de Disney de este clásico de los cuentos de hadas. La película, dirigida por Elle Fanning, no solo se limita a ser una recreación visualmente deslumbrante del cuento original, sino que se atreve a explorar las motivaciones y la complejidad emocional de personajes que tradicionalmente se relegaban a roles secundarios. Y vaya que lo logra, aunque con algunas reservas.

La película, en su estética, es una verdadera maravilla. La fotografía de Thierry Fréget, quien también trabajó en 'El Gran Laberinto', es absolutamente hipnótica, utilizando una paleta de colores que oscila entre lo onírico y lo melancólico. La recreación de los mundos de Aurora (Elle Fanning) y Maléfica (Michelle Pfeiffer) son, sencillamente, impresionantes, creando atmósferas que invitan a la contemplación y que, en ocasiones, casi resultan inquietantes. Se nota la meticulosidad en cada detalle, desde la arquitectura de Agrícola hasta la decadencia del reino de Maléfica, lo que convierte la película en una experiencia visualmente inmersiva.

Sin embargo, la verdadera fuerza de la película reside en las actuaciones. Michelle Pfeiffer, a menudo conocida por sus roles como villana, ofrece una interpretación magistral de Maléfica. Es una Maléfica no solo malvada, sino profundamente atormentada, con una historia de dolor y pérdida que explora la película con una sensibilidad sorprendente. Elle Fanning, como Aurora, no solo personifica la inocencia y la belleza, sino que también transmite una vulnerabilidad y una determinación que le dan profundidad a su personaje. La química entre Pfeiffer y Fanning es palpable y crucial para el desarrollo emocional de la trama.

El guion, aunque fiel a la esencia del cuento, se distanciaba un poco de la linealidad clásica. Se dedicaba un tiempo importante a la historia de origen de Maléfica, ofreciendo una justificación creíble para su odio y su deseo de venganza. Si bien esta ampliación del personaje era necesaria para comprender su motivación, a veces ralentizaba el ritmo narrativo. La película se concentra en el desarrollo de la relación entre Aurora y Phillip (Harris Dickinson), pero, a pesar de la química que se percibe, se podría haber profundizado más en su romance y en el desafío que representa Aurora para el joven príncipe.

No obstante, la película logra mantener el interés del espectador gracias a su atmósfera, su banda sonora evocadora y, sobre todo, a su reflexión sobre el poder del amor y la esperanza. La reinterpretación de Maléfica, mucho más compleja que la villana caricaturesca de los dibujos animados, invita a la reflexión sobre los límites de la venganza y el valor de perdonar. Es una película que, aunque no perfecta, se erige como una valiosa contribución al género de cuento de hadas, redefiniendo este clásico para una nueva generación.

Nota: 7.5/10