La bella y la bestia (2017)

La película "La Bella y la Bestia" (remake de 2017) es, en muchos sentidos, una reinvención cautivante de un cuento de hadas clásico que nos ha acompañado durante generaciones. Más allá de la estética deslumbrante y los efectos visuales, la película logra, sorprendentemente, profundizar en la complejidad emocional que residen en la historia, ofreciendo una lectura más matizada de los personajes y sus motivaciones. En lugar de simplemente replicar la narrativa original, Villeneuve, el director, elige un tono de cuento oscuro y gótico que, aunque inicialmente puede resultar un poco inquietante, establece un ambiente que invita a la reflexión sobre la naturaleza de la belleza y la verdadera esencia del corazón.

La dirección de Villeneuve es magistral. Se aleja del encanto superficial de las versiones anteriores, optando por un estilo visual que recuerda a los cuentos de fariña europeos. La fotografía de Rob Hardy es, en esencia, la columna vertebral de la película; las paletas de colores oscuras, la luz tenue y los paisajes impresionantes crean una atmósfera de misterio y melancolía que impregna cada escena. La arquitectura del castillo, con sus pasillos laberínticos y sus interiores opulentes, se convierte en un personaje en sí mismo, reflejando el aislamiento y la confusión interna de la Bestia. El ritmo de la película es deliberadamente pausado, permitiendo al espectador sumergirse en el mundo de la historia y absorber la intensidad de las emociones de los personajes. Sin embargo, esta lentitud, a veces, puede sentirse un poco prolongada, especialmente en las secciones iniciales que se centran en la presentación del personaje de Belle.

Las actuaciones son excepcionales. Emma Watson, en el papel de Bella, supera las expectativas. Su interpretación es sutil y convincente, transmitiendo con inteligencia la evolución de su personaje, desde su valentía inicial hasta su comprensión de la Bestia. Hugh Jackman, como el príncipe Adam, logra transmitir tanto la arrogancia inicial del príncipe, atrapado en la forma de la Bestia, como su creciente humanidad y redención. Pero sin duda, la actuación de Dan Stevens como la Bestia es lo que realmente destaca. Stevens captura con gran maestría la dualidad del personaje, mostrando tanto la crueldad y el miedo que intenta ocultar, como la vulnerabilidad y el dolor que se esconde bajo la máscara. Su mirada es la clave para comprender la complejidad del personaje, y Stevens lo logra sin necesidad de recurrir a una actuación grandilocuente.

El guion, adaptado de la novela original de Jeanne-Marie Leprau y Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve, está ricamente tejido. Si bien la historia central sigue siendo reconocible, el guion se aventuraba en explorar la historia familiar de la Bestia y las motivaciones detrás de su maldad. El tema principal, la aceptación del otro a pesar de las diferencias, resuena con fuerza y es la fuerza motriz de la trama. La película no se limita a ofrecer un cuento de hadas felizmente para siempre; presenta una reflexión sobre la importancia del amor verdadero, la redención y la capacidad humana para el cambio. Las secuencias de diálogo, en particular la que tiene lugar en el salón de baile, son memorables, no solo por su belleza visual, sino por la profundidad emocional que transmiten.

En definitiva, "La Bella y la Bestia" (2017) es mucho más que una simple reimaginación de un cuento de hadas. Es una obra cinematográfica sofisticada, visualmente impresionante, emocionalmente resonante y con actuaciones que definen el género. Representa una valiosa contribución al repertorio cinematográfico de los cuentos de hadas y es una película que merece ser vista y revisitada.

Nota: 8.5/10