La bella y la bestia (2014)

“La Bella y la Bestia” de Villeneuve no es la versión infantil que nos cantaron en la infancia; es una relectura oscura, elegante y visceral de un cuento clásico que, a pesar de la evidente inspiración en la fábula original, se erige como una película de fantasía adulta, desafiando las expectativas y ofreciendo una experiencia cinematográfica considerablemente más compleja y, en última instancia, más satisfactoria. Villeneuve, conocido por su maestría en el cine de supervivencia y la tensión, aquí despliega su talento al construir un universo visualmente impresionante y, lo que es más importante, un relato emocionalmente resonante.

La película se aleja significativamente del enfoque romántico tradicional, aunque la base de la historia – la transformación de un hombre, el Príncipe Adam, en una bestia monstruosa debido a una maldición – se mantiene. Sin embargo, la narrativa se centra menos en el romance superficial y más en la exploración de la soledad, el aislamiento, la culpa y la búsqueda de redención. La ambientación gótica, impregnada de niebla, lluvia y paisajes brumosos, contribuye de forma significativa a esta atmósfera opresiva y melancólica. El diseño de producción es excepcional, creando un reino de Flandes medieval como un laberinto de secretos y lamentos. La arquitectura, el vestuario y la escenografía son sumamente detallados, logrando una inmersión total en el mundo de la película.

Las actuaciones son impecables. Emma Watson, como Bella, ofrece una interpretación sutil y conmovedora de una joven impulsiva y vulnerable, quien se ve atraída por la oscuridad de Adam, sin perder jamás el control sobre su propia agencia. Keanu Reeves, sorprendentemente, da una de las mejores interpretaciones de su carrera, transmitiendo la tormenta interna del Príncipe, la carga de su pasado y la lucha por recuperar su humanidad. La química entre Watson y Reeves es notable, construyendo una relación creíble y, a veces, incómoda, lejos de la idealización romántica habitual. No obstante, la película no se dedica a glorificar el romance; el afecto se manifiesta a través de gestos pequeños, silencios significativos y una comprensión tácita entre los personajes.

El guion, escrito por Villeneuve y otros colaboradores, es inteligente y no rehúye de la complejidad. La película no intenta responder todas las preguntas; en lugar de ello, plantea dilemas morales y filosóficos, invitando al espectador a reflexionar sobre la naturaleza del amor, la belleza y la verdadera identidad. La película utiliza flashbacks y una estructura narrativa no lineal para desvelar la historia de Adam, añadiendo capas de profundidad y ambigüedad. La película es, en esencia, una alegoría sobre el prejuicio, la venganza y la capacidad de perdonar. La secuencia del baile, que podría haber sido un cliché romántico, es en realidad un momento de tensión visceral y subversión, que subraya el peligro de la superficialidad y la importancia de mirar más allá de las apariencias.

En definitiva, “La Bella y la Bestia” de Villeneuve es una obra cinematográfica ambiciosa y visualmente impactante. Es una película que desafía las convenciones del género y ofrece una perspectiva fresca y original sobre un cuento clásico. No es una película fácil de ver, pero es una experiencia cinematográfica que permanece contigo mucho después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar.

Nota: 8.5/10