La brigada de los zombies (1988)

“La Brigada de los Zombies” no es una obra maestra del terror, ni tampoco un festival de gore sacrílego. Es, en cambio, un ejercicio de tensión constante, una película que, a pesar de su premisa algo descabellada, consigue generar un ambiente inquietante y mantener al espectador en vilo hasta el final. La dirección de Corey Ashton se distingue por un enfoque deliberadamente claustrofóbico; la película se desarrolla en gran medida en interiores, aprovechando al máximo la oscuridad y la sensación de encierro. La iluminación es magistral, usando contrastes fuertes para acentuar la atmósfera de desesperación y desasosiego. Ashton no recurre a espectáculos visuales grandilocuentes; el terror se construye lentamente, a través de pequeños detalles, miradas furtivas y el sonido, fundamentalmente, en la banda sonora. Esta restricción, lejos de ser limitante, es una de las mayores fortalezas del filme, permitiéndole crear un clima de paranoia palpable.

El reparto cumple con creces las expectativas. Shota Sakeda, como el arquitecto japonés que lidera la construcción, aporta una presencia imponente y un aire de fría determinación. Su personaje es profundamente complejo, motivado por una ambición desmedida y una incapacidad para comprender las consecuencias de sus acciones. El resto del elenco, compuesto por actores locales, se integra bien en el ambiente general, interpretando a los residentes del pueblo con una naturalidad que da veracidad a la situación. Destaca especialmente la actuación de Emily Johnson como la sheriff local, quien encarna la resistencia y la desesperación de una comunidad ante una amenaza invisible. Aunque las actuaciones no son particularmente memorables a nivel individual, la dinámica grupal y la sensación de inminente peligro se transmiten de manera efectiva gracias a la interpretación conjunta de los actores.

El guion, a pesar de su premisa atractiva, presenta algunas fallas. La explicación detrás del fenómeno zombie – la reanimación de soldados de Vietnam desenterrados por la construcción – se siente algo apresurada y carente de profundidad. Si bien la película consigue generar suspense, la falta de desarrollo de la historia de fondo deja algunas preguntas sin respuesta. No obstante, el guion si logra explorar temas relevantes como la ambición desmedida, la explotación de los recursos naturales, la conexión con el pasado y las consecuencias del trauma. El ritmo es deliberadamente pausado, lo que puede resultar tedioso para algunos espectadores, pero que a mí me pareció fundamental para crear la atmósfera que tanto caracteriza a la película. Además, el guion se centra más en la tensión psicológica que en la acción, ofreciendo una experiencia más contemplativa que visceral.

En definitiva, “La Brigada de los Zombies” es una película inquietante y atmosférica que, a pesar de sus defectos, logra entretener y provocar una sensación de incomodidad genuina. No esperéis una película de terror de alto octanaje, sino un relato lento, reflexivo y perturbador que te quedará grabado en la mente. La película funciona como una advertencia sobre la arrogancia humana y las consecuencias de ignorar el pasado. Es un thriller con toques de horror gótico que se beneficia de la atmósfera opresiva y de una banda sonora efectiva.

Nota: 7/10