La canción del mar (2014)

“La Canción del Mar” es una película que, a pesar de su premisa fantástica, se revela como una experiencia cinematográfica delicada y, en ocasiones, ligeramente frustrante. La historia, que narra el vínculo fraternal entre dos hermanos y el descubrimiento de un secreto ancestral, se ambienta en un entorno visualmente evocador y, eso sí, cautivador. La isla, representada con una atmósfera solitaria y mística, se convierte en un personaje en sí mismo, con un cielo perpetuamente amenazante y una bruma que insinúa la presencia de fuerzas invisibles.

La dirección de Brian Higgins logra crear una sensación constante de misterio y tensión. La película se toma su tiempo para desarrollar el ritmo, permitiendo que la relación entre Ben y Saoirse se establezca con lentitud, lo que, si bien es un elemento fuerte para profundizar en la emoción, también contribuye a un desarrollo narrativo algo pausado. A pesar de ello, la atmósfera es consistente y la cinematografía, con un uso magistral de la luz y el color, transporta al espectador a un mundo donde la magia y la realidad se entremezclan. El trabajo con el agua es especialmente notable, evocando tanto la belleza agreste del océano como su implacable poder.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Jacob Tremblay y Kara Hayward, como Ben y Saoirse, ofrecen interpretaciones convincentes y naturales. La química entre los dos actores es palpable, construyendo una base emocional sólida para la trama. Tremblay, en particular, aporta matices y vulnerabilidad a un personaje que se encuentra en un viaje tanto físico como emocionalmente complejo. Hayward, por su parte, transmite una belleza melancólica y una determinación silenciosa que la hacen irresistible. El resto del reparto, aunque con menos protagonismo, contribuye con interpretaciones respetables, especialmente el actor que da vida al padre de los niños, un hombre consumido por la protección, y la villana, una figura sombría y perturbadora, interpretada con una intensidad inquietante.

El guion, sin embargo, es donde la película presenta sus mayores debilidades. La trama, aunque interesante, se complica en algunos momentos con la introducción de elementos mágicos y de folklore poco convencionales. La construcción de la “Bruja de los Búhos” y sus motivaciones resultan un tanto confusas y la resolución, aunque emotiva, carece de la fuerza que se podría haber esperado. Además, se echa en falta un mayor desarrollo de la historia de fondo y de las implicaciones más amplias del sortilegio. El simbolismo presente es rico, pero a veces se siente un poco forzado y la película podría haber sido más impactante si hubiera sabido encontrar un equilibrio más preciso entre la fantasía y la realidad. No obstante, la banda sonora, con piezas originales y evocadoras, logra compensar en parte estas deficiencias y eleva la experiencia sensorial general.

Nota: 6.5/10