La candidata perfecta (2020)

“La Candidata Perfecta” es mucho más que una simple comedia romántica; es un alegato sutil pero contundente sobre las limitaciones impuestas a la mujer en Arabia Saudí y, de manera inquietante, sobre las falsas promesas de libertad que se les ofrecen. La película, dirigida por Ali Abbassi, logra un equilibrio delicado entre el humor y la crítica social, una tarea que, a menudo, se sale de control. El resultado final es una experiencia cinematográfica memorable, aunque no exenta de ciertas imperfecciones.

El guion, adaptado de la novela homónima de Curtis Sittenfeld, se centra en May Yasir, interpretada magistralmente por Rooney Mara. Mara aporta una vulnerabilidad y una determinación que anudan la historia. La premisa inicial - una joven estadounidense que se ve obligada a pasar una semana en la lujosa residencia de un poderoso príncipe saudí - es, en sí misma, intrigante, pero es la evolución de May y su decisión de desafiar las expectativas sociales lo que realmente impulsa la narrativa. El guion evita caer en clichés típicos de la comedia romántica, enfocándose en el proceso de autodescubrimiento de May y en la gradual erosión de su resistencia al conformismo. La tensión narrativa no se basa únicamente en la complicación romántica, sino también en el constante juego psicológico que se desarrolla entre May y el Príncipe Fahd, un personaje complejo y perturbador encarnado por Adam Driver. Driver, con su habitual intensidad, ofrece una interpretación hipnótica, representando al príncipe como un hombre atrapado entre la tradición y un deseo de modernizar, pero sin saber cómo hacerlo genuinamente.

La dirección de Ali Abbassi es fundamental para el éxito de la película. Su estilo visual es elegante y preciso, empleando la arquitectura palaciega y el espacio de la residencia como metáforas del aislamiento y la opresión. La fotografía es soberbia, creando atmósferas opresivas y elegantes a la vez. El uso de la luz y la sombra, especialmente en las escenas nocturnas, contribuye a generar una sensación de paranoia y sospecha. Abbassi evita el sentimentalismo gratuito, permitiendo que la tensión entre los personajes se transmita a través de miradas, gestos y silencios. La película no busca una resolución maniquea; más bien, deja al espectador con la inquietante sensación de que los límites entre la libertad y la prisión son a menudo más difusos de lo que aparentan.

Si bien la película es visualmente impactante y emocionalmente resonante, se podría argumentar que el guion, a veces, se adentra demasiado en la ambigüedad. Algunas decisiones estilísticas y la manipulación de la perspectiva pueden resultar confusas para el espectador menos familiarizado con las costumbres sociales de Arabia Saudí. Sin embargo, esta ambigüedad, en última instancia, es la que le otorga a la película su fuerza y su capacidad para generar debate. La actuación de Rooney Mara es, sin duda, el pilar principal de la película, y su evolución a lo largo de la historia es particularmente convincente. Sin embargo, la película podría haber sido más contundente en la exposición de las normas sociales y las consecuencias reales de la opresión.

Nota: 8/10