La Carrera Del Siglo (1965)

“La Carrera del Siglo” (The Great Race), de John Cromwell, es una película que, a pesar de sus evidentes limitaciones técnicas y su ritmo algo irregular, ofrece una escapada entretenida al glamour y la locura de los primeros viajes por carretera. La película se sitúa en un período fascinante – los años veinte – donde la promesa del automóvil aún era casi mágica, y la idea de una carrera transcontinental a motor evocaba una sensación de aventura y desafío que resonaba profundamente en la época. El fondo histórico, aunque no se profundice en él, contribuye a la atmósfera general, pero lo más atractivo de la película reside en la dinámica entre los protagonistas.

La química entre Jack Lemmon y Tony Curtis es el corazón palpitante de la cinta. Ambos actores, con sus personalidades tan distintas, se complementan a la perfección. Lemmon aporta la torpeza y la desorganización, mientras que Curtis irradia un sofisticado encanto y un control aparentemente absoluto sobre sus máquinas. Su rivalidad, desde el principio, se presenta como un juego de ingenio y una lucha por la supremacía, un duelo intelectual que se ve intensificado por la competencia en la pista. El guion, escrito por Jules Furman y George Abbott, se centra en este conflicto personal, evitando una trama excesivamente compleja y permitiendo que el humor y la acción sean los pilares principales. Sin embargo, a veces, la trama se siente un poco apresurada, con giros inesperados que no siempre están bien integrados en el flujo de la historia.

La dirección de Cromwell, aunque discreta, logra capturar el espíritu de la época. Los planos de los coches, con su diseño art déco y su brillo cromado, son visualmente atractivos. La película se beneficia enormemente de la fotografía de Arthur Ellingsen, que, a pesar de las limitaciones técnicas de la época, logra crear ambientes vibrantes y evocadores, especialmente al mostrar las distintas etapas de la carrera, desde los paisajes americanos hasta las bulliciosas ciudades europeas. El montaje es, en ocasiones, un poco confuso, pero en general, cumple su función de mantener el ritmo de la acción. La banda sonora, aunque no particularmente memorable, contribuye a la atmósfera festiva de la película.

A pesar de sus defectos técnicos, como el uso de trucos de cámara que hoy en día resultan obvios, “La Carrera del Siglo” es una película que, en última instancia, funciona como un divertimento clásico. La película no es una obra maestra cinematográfica, pero sí una pieza agradable que ofrece un vistazo a una época en la que la aventura personal se fusionaba con la promesa del automóvil. La química entre Lemmon y Curtis es, sin duda, el mayor atractivo, y su rivalidad, aunque predecible, es entretenida y memorable. Si buscas una película para desconectar y disfrutar de una historia de competición y personajes excéntricos, “La Carrera del Siglo” puede ser una buena opción.

Nota: 6/10