La casa de la calle 92 (1945)

“La casa de la calle 92” es una película que se ancla firmemente en la atmósfera tensa y de paranoia de la Segunda Guerra Mundial, un periodo histórico que siempre resulta fascinante y, a menudo, ideal para las historias de espías. Dirigida por Eric Tessier, la película no pretende reescribir la historia, sino ofrecer una interpretación íntima y concentrada sobre una faceta poco conocida de la lucha contra el espionaje nazi en Estados Unidos. Y lo logra, en gran medida, gracias a un enfoque narrativo que prioriza la psicología de sus personajes por encima del espectáculo visual.

La película se centra en el agente del FBI, Joseph Faulner, interpretado con una intensidad palpable por el actor David Harrowes. Faulner, un hombre atormentado por un pasado oscuro y marcado por la pérdida, se ve asignado a investigar una serie de actividades sospechosas en una mansión en la calle 92 de Nueva York. Harrowes no busca el glamour de la agencia, sino la desesperación de un hombre que lucha contra sus propios demonios mientras intenta desmantelar una conspiración que podría poner en peligro la seguridad nacional. La película se beneficia enormemente de su enfoque sutil; no hay persecuciones frenéticas ni explosiones grandilocuentes. En cambio, la tensión se construye gradualmente, mediante miradas furtivas, conversaciones tensas y la constante sensación de que algo terrible está a punto de suceder.

El guion, escrito por Tessier y Jonathan Dayton, es una obra maestra de la sutileza. Se evita la exposición excesiva, dejando que los detalles del “Proceso 97” emerjan de forma orgánica a través de las interacciones entre los personajes. La película logra transmitir la complejidad de la situación: no se trata solo de identificar a los espías, sino de comprender sus motivaciones, sus conexiones y las consecuencias de sus acciones. Las relaciones entre los personajes son complejas y a menudo ambiguas, generando un ambiente de desconfianza que permea toda la trama. La dirección de Tessier, apuesta por un estilo visual controlado, con colores apagados y una iluminación natural, refuerza esta sensación de inquietud y paranoia. A pesar de que el ritmo puede resultar pausado para algunos espectadores, es precisamente esta lentitud la que permite que la historia se asiente y que la tensión se acumule.

Las actuaciones son excepcionales en todo el reparto. Además de Harrowes, destaca el papel de Diane Kruger, quien interpreta a una maestra de piano de origen alemán con una turbia historia personal. Kruger aporta una profundidad y una vulnerabilidad al personaje que le confieren una resonancia emocional poderosa. El resto del elenco, que incluye a Ciarán Hinds y Parker Posey, cumple a la perfección con sus roles, contribuyendo a la atmósfera de incertidumbre y desconfianza que define la película. La dinámica entre los personajes es palpable y se genera una tensión magnética que atrae al espectador. La película no ofrece respuestas fáciles; en cambio, se centra en los dilemas morales y las consecuencias de las decisiones que se toman en tiempos de guerra.

En definitiva, “La casa de la calle 92” es un thriller inteligente y atmosférico que ofrece una mirada refrescante a un período histórico poco explorado. Es una película que valora la sutileza y la profundidad psicológica por encima del espectáculo. Si bien puede que no sea para todos los gustos, aquellos que aprecien el cine de suspense inteligente y bien actuado, la encontrarán una experiencia gratificante.

Nota: 7/10