La Casa Rusia (1990)

“La Casa Rusia” no es una explosión de acción ni un thriller de espías vertiginoso, sino un drama de periodismo y espionaje con una atmósfera densa y melancólica que se aferra a ti como el persistente olor a humedad de un edificio antiguo. La película de Andrey Zvyagintsev, cuyo director se alza con la sutileza que le caracteriza, se centra en la desilusión y la pérdida, temas que resuenan profundamente en un mundo marcado por el cambio y el declive.

La dirección de Zvyagintsev es magistral. Transmite un peso inmenso a través de la composición de planos, la iluminación sombría y la meticulosa atención al detalle. Lisboa, con sus callejuelas laberínticas y su mezcla de culturas, se convierte en un personaje más, un escenario opresivo donde la investigación de Barley Scott Blair se entorpece, no solo por las dificultades de la tarea, sino por la propia atmósfera de la ciudad. El uso del color, a menudo apagado y con tonos grises y azules, contribuye a la sensación de cansancio y desesperanza que impregna la película.

Las actuaciones son sobresalientes. Ben Whishaw, en el papel de Barley, ofrece una interpretación introspectiva y con matices. Su Barley no es un héroe carismático, sino un hombre roto, un editor de libros que ha perdido su brújula moral y que se ve arrastrado a un juego peligroso. Whishaw logra transmitir la vulnerabilidad y la creciente desilusión del personaje de manera convincente. Evgeny Stiglitsa como Dante, el científico ruso, aporta una presencia imponente y una tristeza silenciosa. Su Dante, un hombre atrapado entre su ideología y las nuevas circunstancias, es un personaje profundamente conmovedor.

El guion, adaptado de un relato de Harold Pinter, es deliberadamente lento y evocador. No se apresura a entregarle al espectador respuestas fáciles. La trama se construye a partir de conversaciones fragmentadas, miradas significativas y la descripción meticulosa de la rutina diaria de Barley. Esta lentitud, que podría ser vista como una debilidad por algunos, es en realidad una de las fortalezas de la película. Permite al espectador adentrarse en la mente del protagonista y experimentar su desorientación. La exploración de las relaciones humanas en tiempos de cambio político es particularmente interesante, mostrando cómo las ideologías se desmoronan y las lealtades se difuminan.

No obstante, la película no está exenta de ciertas imperfecciones. Algunas escenas podrían haberse desarrollado con mayor profundidad y, a veces, la narración se vuelve un poco abstracta. Sin embargo, "La Casa Rusia" es una obra que invita a la reflexión, una película que se queda contigo mucho después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar. Es un estudio sobre la pérdida de la fe, la ambigüedad moral y la dificultad de encontrar un sentido en un mundo en constante cambio.

Nota: 7.5/10