La chica danesa (2015)

“La chica danesa” no es una película que impacta con una grandilocuencia visual o un desarrollo argumental explosivo. En cambio, ofrece una experiencia cinematográfica más sutil, pero profundamente conmovedora, gracias a su enfoque en la delicada y poco tratada historia de Einar Wegener y Gerda Wegener, una pareja de artistas cuya vida se alteró por una simple decisión y sus consecuencias, tanto emocionales como sociales. La película, dirigida con maestría por Anders Thomas Jensen, no busca convertir el relato en un melodrama hollywoodiense, sino que se sumerge en la atmósfera de un Copenhague del principio del siglo XX, ofreciendo una sensación tangible de época y una profunda exploración de la identidad, el arte y el amor.

La dirección de Jensen se distingue por su notable capacidad de construir una tensión emocional interna en los personajes. La fotografía, en gran parte en tonos fríos y apagados, crea un ambiente melancólico pero también evocador, reflejando la transformación que experimenta Einar. No hay grandes planos generales ni espectaculares efectos especiales; la fuerza de la película reside en los detalles, en la mirada de los actores y en la banda sonora minimalista que complementa a la perfección las emociones. El guion, adaptado de la novela homónima de Pamela Bloom, no se precipita en la narración, permitiendo que la evolución de la relación entre Einar y Gerda se desarrolle de manera orgánica, mostrando las dudas, las inseguridades y, finalmente, la aceptación.

Las actuaciones son, sencillamente, sobresalientes. Mads Mikkelsen, como Einar, ofrece una interpretación magistral, transmitiendo la angustia de un hombre que se debate entre su identidad masculina y la fascinación por una nueva forma de expresarse. Es una actuación sutil, casi enigmática, que revela la vulnerabilidad y la desesperación de un hombre atrapado en una situación que no comprende. No obstante, Emily Watson, interpretando a Gerda, también destaca con una humanidad palpable. Su personaje no es un simple instrumento de la transformación de Einar; es una mujer fuerte, inteligente y con una profunda conexión emocional con su marido, quien la apoya, a pesar de las dudas iniciales. La química entre Mikkelsen y Watson es evidente y fundamental para el éxito del film.

Sin embargo, la película podría haber profundizado un poco más en el contexto social de la época. Aunque se insinúa la homofobia existente, la película podría haber explorado con mayor detalle las repercusiones de la transformación de Einar en la sociedad danesa y los desafíos que enfrentó. Además, aunque el final es conmovedor, algunos podrían considerar que carece de un desenlace completamente satisfactorio, dejando un cierto dejo de ambigüedad que, sin duda, invita a la reflexión. Aun así, “La chica danesa” es una película importante, que invita a la contemplación y al debate sobre la identidad, la autoexpresión y la complejidad del amor. Es un retrato honesto y sensible de una historia poco conocida, pero de gran valor.

Nota: 8/10