La costa de los mosquitos (1986)

“La costa de los mosquitos” (Mosquito Coast) es una película que, más allá de su atractivo inicial de aventura en la selva, se revela como una meditación inquietante sobre la obsesión del hombre por controlar la naturaleza y, por extensión, sobre sí mismo. Harrison Ford, en una de sus interpretaciones más complejas, ofrece una actuación magistral, presentando a Nathan Nearing, un inventor y emprendedor con un pasado turbulento, como un individuo consumido por un proyecto inmenso: construir un paraíso en medio de la jungla salvaje para su familia. La película no se limita a mostrar una aventura ecológica, sino que explora las profundidades de la mente humana, la fragilidad de la cordura y la dificultad de escapar de uno mismo, incluso cuando se intenta construir un nuevo mundo.

La dirección de Robert Greenberger es notablemente audaz. A pesar de que la película tiene un presupuesto relativamente bajo, logra crear una atmósfera densa y opresiva que refleja la creciente locura de Nathan. Los paisajes naturales son impresionantes, y Greenberger los utiliza de forma inteligente para reforzar el estado mental de Nathan, utilizando ángulos de cámara inusuales y movimientos de cámara que intensifican la sensación de desorientación. Sin embargo, el ritmo de la película es un punto débil. A menudo, la narrativa se estanca en descripciones elaboradas de los inventos de Nathan, que, aunque interesantes en sí mismos, pueden resultar lentos y aburridos para el espectador. La película podría haber beneficiado de un mayor equilibrio entre la exploración del entorno y el desarrollo de la trama principal.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Ford es indiscutiblemente el protagonista, y su interpretación es el corazón de la película. Su capacidad para transmitir tanto la genialidad como la desesperación de Nathan es asombrosa. Patricia Arquette ofrece una actuación conmovedora como Elizabeth, la esposa de Nathan, una mujer que lucha por mantener la compostura ante la progresiva locura de su marido. El resto del elenco secundario, incluyendo a Donnie Wahlberg y Elias Koteas, cumplen con su cometido, aunque sus personajes son relativamente planos y serviciales a la trama principal.

El guion, escrito por Gene Drafon y Robert Greenberger, es donde reside, en gran medida, el mayor atractivo de la película. La idea de un hombre que se escapa de la sociedad para construir su propio paraíso es una premisa fascinante, y el guion explora las consecuencias psicológicas de esta decisión con honestidad y complejidad. Sin embargo, la película a veces se pierde en el exceso de detalles técnicos, especialmente en relación con los inventos de Nathan. La película tiene momentos brillantes de humor negro y de reflexión sobre la naturaleza humana, pero también tiene algunos pasajes que se sienten forzados o innecesariamente largos. La ambición del guion a veces supera su ejecución, resultando en una experiencia cinematográfica desigual.

En definitiva, “La costa de los mosquitos” es una película provocadora y visualmente impactante que invita a la reflexión sobre la relación entre el hombre y la naturaleza, y sobre los límites de la ambición humana. Aunque no es una película perfecta, la actuación de Harrison Ford, la dirección audaz y el guion ambicioso compensan sus deficiencias. Es una experiencia cinematográfica que perdura mucho después de que los créditos finales han terminado de rodar.

Nota: 7/10