La cura del bienestar (2017)

“La cura del bienestar” (Wellness) es, a primera vista, una película que se inserta dentro de los géneros thriller psicológico y de horror, pero en realidad se define más precisamente como una disección inquietante de la vanidad, el culto de la personalidad y la fragilidad de la mente humana. El director, M. Hunter, no busca el susto fácil ni las grotesqueries típicas del terror. En su lugar, construye una atmósfera de creciente paranoia y desasosiego, basada en la incomodidad y la sensación de que algo fundamentalmente incorrecto está sucediendo. Su elección de ambientar la historia en un spa alpino de lujo, con una belleza casi irreal, es crucial para este efecto; la aparente utopía contrasta brutalmente con la verdad que se revela.

La dirección de Hunter es magistral en su uso de la cámara. A menudo, se aleja de la acción principal, mostrando los paisajes impresionantes y la arquitectura imponente del centro, creando una sensación de aislamiento y amenaza latente. Los planos largos, con un ritmo deliberadamente pausado, contribuyen a la tensión, obligando al espectador a compartir la progresiva desorientación del protagonista. La fotografía es impecable, jugando con la luz y la sombra para acentuar el carácter opresivo del lugar. Sin embargo, la película no se limita a la estética; la banda sonora, minimalista pero impactante, refuerza constantemente la idea de que algo no está bien.

La actuación de Jake Gyllenhaal como el ejecutivo, Robert, es, sin duda, el corazón de la película. Gyllenhaal ofrece una interpretación sutil pero poderosa, transmitiendo la creciente desesperación y el horror interno del personaje a través de sus gestos, miradas y expresiones faciales. Su evolución, desde el pragmatismo inicial hasta la locura, es creíble y profundamente conmovedora. Los actores de reparto, especialmente Stellan Skarsgård como el enigmático director del spa, también cumplen con creces, aportando matices y profundidad a los personajes. El personaje de Skarsgård, en particular, es un ejemplo de actuación sobreactuada, en el mejor sentido de la palabra, logrando transmitir una mezcla de carisma, peligro y un aura de misterio innegable.

El guion, escrito por Hunter y sus colaboradores, es inteligente y ambicioso. Aborda temas complejos como la búsqueda de la felicidad, la vulnerabilidad humana y las consecuencias de las obsesiones personales. Aunque el ritmo puede sentirse lento para algunos espectadores, la película recompensa la paciencia con revelaciones progresivas y sorprendentes. La trama se construye meticulosamente, con pequeños indicios que se van acumulando hasta culminar en una confrontación final que es tanto lógica como impactante. La película no proporciona respuestas fáciles; en lugar de ello, plantea preguntas inquietantes sobre la naturaleza de la realidad y la delgada línea que separa la lucidez de la locura.

En definitiva, “La cura del bienestar” es una experiencia cinematográfica perturbadora y memorable. No es una película para todos los gustos, pero para aquellos que aprecien el cine inteligente y atmosférico, es una obra maestra del thriller psicológico moderno. Es una película que se queda contigo mucho después de que los créditos finales han terminado de rodar.

Nota: 8/10