La Cura Para Todo Mal (2018)

“La Cura Para Todo Mal” es una comedia negra con toques de drama y una atmósfera inquietante que, a pesar de algunas inconsistencias, logra mantenerte enganchado. La película, dirigida por Kurt Wimmer, no se queda en la simple parodia de clichés religiosos, sino que explora con una sorprendente profundidad las motivaciones de su protagonista y las consecuencias de sus acciones. El concepto inicial, un predicador charlatán que inventa poderes curativos para estafar a la gente, es prometedor y se desarrolla con una lógica interna que sorprende por su gradualidad. Wimmer no se aferra a las situaciones más absurdas que se podrían derivar de este pretexto, sino que se centra en la evolución del personaje de Caleb (Mark Wahlberg), desde un oportunista calculador hasta un hombre atormentado por sus propios actos y por el poder que ha despertado inadvertidamente.

Wahlberg ofrece una actuación sólida y, en mi opinión, la más destacada de la película. Su interpretación es matizada, mostrando tanto la desesperación y la vulnerabilidad de Caleb como su audacia y su capacidad para manipular a los demás. El resto del elenco, compuesto por una excelente Melissa Leo como la anciana madre de Caleb, una mujer de fe inquebrantable y con una sabiduría profunda que pone a prueba la creencia del protagonista, y por John D'Aquino como el pastor rival, proporciona un contrapunto esencial a la narrativa. Leo, en particular, aporta una presencia imponente y una interpretación que define la película en muchos aspectos, aportando el peso moral que la película necesita para equilibrar el humor negro.

El guion, aunque con algunos momentos de ritmo desigual, logra crear una tensión palpable a lo largo de la historia. La trama se desarrolla con lentitud, permitiendo que la audiencia se involucre en el dilema moral de Caleb y en las posibles implicaciones de sus poderes. El uso de la Ruta 66 como escenario no es gratuito; la carretera, símbolo de la promesa de un nuevo comienzo, se convierte en un telón de fondo ideal para la búsqueda de redención y la confrontación con el pasado. Sin embargo, la película se siente un poco vacilante en algunos momentos, particularmente en la resolución, que podría haber sido más ambigua y compleja. La trama, si bien entretenida, se siente un poco forzada hacia el final y deja un eco de posibilidad que, en su lugar, podría haber sido explorada más a fondo.

La fotografía es limpia y estilizada, respetando la estética del western moderno. El sonido también contribuye a la atmósfera opresiva de la película, con un uso efectivo de la banda sonora que enfatiza la tensión y la inquietud. Aunque la película no llega a ser una obra maestra, ofrece un entretenimiento sólido y una reflexión sobre la fe, la ambición y la responsabilidad. Es una comedia negra inteligente que, aunque con algunas fallas, merece la pena ser vista por aquellos que buscan algo diferente al cine comercial habitual.

Nota: 7/10