La de Troya en el Palmar (1984)

“La de Troya en el Palmar” es una película que, a primera vista, podría parecer un ejercicio de devaneos existenciales salpicados de un melodrama rural. Sin embargo, tras un análisis más profundo, se revela una obra con un encanto particular, una mezcla inusual de elementos que funciona sorprendentemente bien. La película, dirigida por Juan Antonio de la Casa, no busca la grandilocuencia ni el impacto visual masivo, sino que se concentra en la introspección de su protagonista y en la atmósfera melancólica de la Sevilla de principios del siglo XXI.

La historia, sencilla en su planteamiento, se centra en el personaje de Javier, interpretado con una solidez y sutileza admirable por Mario Casas. El "Niño del Museo" es un hombre marcado por la pérdida, un hombre que ha renunciado a sus sueños de torero para asumir la responsabilidad de su hermano, un joven con parálisis cerebral. Casas transmite con maestría la añoranza, la resignación y la compasión que definen a Javier, evitando caer en la exageración y ofreciendo una interpretación que se siente profundamente humana. El personaje no es un héroe, ni un villano; es un hombre común luchando con sus demonios internos.

La dirección de Juan Antonio de la Casa es elegante y discreta. Evita el melodrama gratuito, prefiriendo observar la vida cotidiana de los personajes y la belleza de los paisajes andaluces. La cámara se mueve con suavidad, capturando la luz natural y los detalles que evocan la tradición y la cultura de la región. El Palmar de Troya, esa basílica misteriosa, se convierte en un personaje más, en un lugar de esperanza y misterio que sirve de catalizador para la historia. La película no explica el milagro, ni intenta justificarlo; se limita a mostrarlo como un hecho que transforma la vida de Javier y su hermano. El uso del color es acertado, con tonalidades cálidas que reflejan el ambiente emotivo de la película.

La actuación de los hermanos Casas, Mario y David, es uno de los puntos fuertes de la película. La química entre ellos es innegable, y su interpretación conjunta de los hermanos, marcada por la ternura y el cariño, es conmovedora. El guion, aunque a veces se siente algo lento, es capaz de crear un ambiente de misterio y melancolía que invita a la reflexión. La película aborda temas como la discapacidad, la fe y la búsqueda de sentido, pero lo hace de una manera sutil y respetuosa, sin caer en simplismos. La banda sonora, compuesta por Javier Navarrete, complementa a la perfección la atmósfera de la película, con melodías evocadoras que intensifican las emociones de la historia. No obstante, el ritmo es deliberadamente pausado, lo que podría resultar tedioso para algunos espectadores.

En definitiva, "La de Troya en el Palmar” es una película que requiere paciencia y una mente abierta. Es una obra que se disfruta más si se permite ser absorbida por su atmósfera melancólica y su historia simple pero emotiva. No es una película para todos los gustos, pero para aquellos que buscan una experiencia cinematográfica diferente, con un toque de misterio y una visión humana de la fe y la esperanza, puede resultar una película muy gratificante.

Nota: 7/10