La Dernière Leçon (2015)

“La Dernière Leçon” no es una película fácil de ver, ni tampoco pretende serlo. Antoine Duléry, en su dirección, ha optado por un enfoque realista y, a veces, incómodo para abordar un tema tan delicado como la proximidad a la muerte. La película, a través de la figura de Madeleine (Sandrine Bonnaire), nos presenta a una mujer de 92 años que, con una sorprendente claridad, decide planificar su propia muerte. Esta decisión, lejos de ser un gesto de resignación, se convierte en un acto de afirmación, un intento de controlar el final de una vida plena, aunque llena de secretos y heridas. No es una película de lágrimas fáciles; es una exploración honesta de la complejidad de las relaciones familiares y el peso del legado.

La actuación de Sandrine Bonnaire es, sin duda, el corazón de la película. Con una presencia imponente y una mirada que transmite una mezcla de determinación, vulnerabilidad y, sobre todo, una profunda humanidad, Bonnaire logra dotar a Madeleine de una dignidad excepcional. No se trata de un personaje que se resigna a su destino, sino de una mujer que se defiende, que exige ser vista y amada tal como es. A su lado, Gilles Cohen ofrece un Pierre particularmente convincente, un hijo a la vez protector y, en el fondo, asustado por la decisión de su madre. Antoine Duléry, quien también interpreta a su propio padre, aporta una calma melancólica a la interpretación de su personaje, representando el dolor y la incertidumbre que rodean a la situación.

El guion, escrito por Dulery y Sandrine Bonnaire, se apoya en diálogos directos y reveladores, que no escapan de la crudeza de la realidad. La película se centra en el impacto de la decisión de Madeleine en sus hijos, Diane y Pierre, mostrando las tensiones y los miedos que surgen. La trama no se complica con giros inesperados, sino que se desarrolla de forma natural, explorando las dinámicas familiares a través de conversaciones incómodas, miradas significativas y momentos de silencio que dicen más que mil palabras. La película se beneficia de un ritmo pausado que permite al espectador absorber la carga emocional de la historia, sin apresurarse en conclusiones fáciles. La dirección de arte es discreta pero efectiva, contribuyendo a la atmósfera de intimidad y autenticidad.

“La Dernière Leçon” no es una película para todos los públicos, pero es una obra cinematográfica de gran valor. Es una reflexión sobre la mortalidad, el amor familiar, la importancia de las relaciones y la necesidad de vivir cada momento con intensidad. Más que una película sobre la muerte, es una película sobre la vida, sobre lo que nos queda por decir, por amar y por experimentar. Es una película que te quedará en la mente mucho tiempo después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. Su fuerza reside en su honestidad brutal y en la capacidad de capturar la esencia de la experiencia humana.

Nota: 8/10