La duquesa (2008)

“La Duquesa” (The Duchess) es, en esencia, una película sobre el precio que se paga por la inmortalidad en el ojo público. La película de Julia Ecclesfield, basada en la vida de Georgiana Spencer, condesa de Devonshire, ofrece un retrato sutil y, a veces, brutalmente honesto de una mujer que se convirtió en un ícono de la alta sociedad del siglo XIX, pero cuya vida estuvo marcada por la soledad y una búsqueda incesante de afecto genuino.

Ecclesfield, con una actuación magistral, nos presenta a Georgiana como una mujer de contradicciones: magnética y carismática, capaz de cautivar a los más poderosos, pero al mismo tiempo vulnerable y atormentada por su incapacidad para encontrar un amor verdadero. La película no se detiene en romantizar la época, mostrando con crudeza las presiones sociales, las expectativas de género y las intrigas políticas que definieron la vida de la duquesa. La producción visualmente es impecable; los vestuarios son asombrosos, recreando la opulencia de la época con una atención al detalle que sumerge al espectador en un mundo de terciopelos, seda y diamantes. Sin embargo, esa riqueza, paradójicamente, también sirve para resaltar el aislamiento de Georgiana, atrapada en una jaula dorada.

El guion, firmado por Andrew Joshi, se centra en la compleja dinámica de relaciones de Georgiana. El romance con Charles Grey, su marido, es más un baile político y social que un vínculo emocional, aunque se intuye una profunda atracción que nunca llega a concretarse. La relación con Lady Foster, su mejor amiga, se transforma en una fuente de envidia y resentimiento, intensificada por la superioridad social y el evidente afecto que Grey siente por ella. La película explora las motivaciones de cada personaje, mostrando que la búsqueda de poder y reconocimiento a menudo se entrelaza con el deseo de amor. Se profundiza en las manipulaciones políticas y en el constante juego de apariencias que definen a la aristocracia de la época, revelando cómo las vidas de la duquesa estaban inextricablemente ligadas a los intereses de la monarquía y el partido liberal.

Si bien el ritmo es, en ocasiones, un poco pausado y la película se pierde a veces en descripciones excesivas de la vida social, la intensidad emocional de la actuación de Ecclesfield, combinada con una banda sonora evocadora, logra mantener el interés del espectador. La película no busca ofrecer una visión idealizada de Georgiana; se presenta como una mujer compleja, llena de errores, ambiciones y una profunda necesidad de ser amada. Finalmente, “La Duquesa” es una reflexión sobre el poder de la imagen, la presión de las expectativas sociales y el dolor inherente a la soledad, incluso cuando se está rodeada de lujo y admiración.

Nota: 7/10