La espada del dragón (2011)

“Flying Swords of Dragon Gate” (Las Espadas Voadoras de la Puerta del Dragón) es un espectáculo visual y una demostración de agilidad física que, a pesar de algunas debilidades en su guion, logra ofrecer una experiencia cinematográfica entretenida y memorable. La película, cuyo director, Teddy Yip, ha rescatado un legado del cine de kung fu, se siente como un homenaje sincero a los clásicos del género, especialmente al icónico “Dragon Inn” (1967) de King Hu, y su posterior adaptación, “New Dragon Gate Inn” (1992). Yip logra evocar la atmósfera de los films de kung fu clásicos sin caer en una mera imitación, encontrando un equilibrio entre la estética del pasado y la ejecución moderna.

La dirección de Yip es, sin duda, el mayor punto fuerte de la película. El despliegue de escenas de kung fu es asombroso, con secuencias de lucha coreografiadas a la perfección, que combinan técnica, precisión y una intensidad emocional palpable. La película se beneficia enormemente de la maestría de los coreógrafos y la habilidad de los actores. Jet Li, aunque a veces jugando con la familiaridad de su personaje, entrega una actuación sólida y convincente como Chow Wai-on, el rebelde que busca proteger a su familia y a su clan. Zhou Xun, como la bella y enigmática Jade King, aporta un toque de misterio y sensualidad a la trama. Las actuaciones de los demás personajes secundarios, que abarcan desde guerreros con habilidades letales hasta figuras melancólicas, son igualmente sólidas y contribuyen a la riqueza del mundo creado.

Sin embargo, el guion es donde la película más notablemente carece. Aunque el concepto central – la lucha contra la corrupción y la búsqueda de la venganza – es interesante, la narrativa se siente a veces demasiado prolífica y carente de profundidad. El desarrollo de los personajes secundarios se antoja apresurado, y algunos arcos argumentales se diluyen en un torbellino de eventos y subtramas. Se echa de menos una mayor exploración del trasfondo social y político que motiva las acciones de los personajes. La trama, por lo tanto, podría haber sido más consistente y atractiva si hubiera cultivado un mayor nivel de sutileza y complejidad.

A pesar de estas deficiencias en el guion, la película se salva gracias a su impecable ejecución técnica y su impresionante espectáculo visual. Las coreografías son innovadoras, el vestuario y la ambientación son excepcionales, y la música complementa a la perfección la acción. “Flying Swords of Dragon Gate” no es una obra maestra, pero sí un disfrutable homenaje al género del kung fu, que promete deleitar a los amantes de las películas de acción con escenas de lucha memorables y una estética cautivadora. Es un filme que recupera la esencia de los clásicos, aunque a veces le falten unas cuantas pinceladas de maestría narrativa.

Nota: 7/10