“La flauta de los pitufos” (1984) es una joya olvidada del cine animado, un clásico de Rankin/Bass que, a pesar de su apariencia de cuento de hadas más infantil, alberga una profundidad y un lirismo inesperados. La película no solo es un entretenimiento visual para niños, sino también una fábula moral sobre la importancia de la identidad, la perseverancia y el valor de la comunidad. Es fácil olvidar, en el contexto actual del cine de animación, que esta película, realizada con un presupuesto modesto, logra una atmósfera y un impacto emocional considerable.
La dirección de George D. Crawley es sobresaliente, especialmente considerando las limitaciones técnicas de la época. Crawley logra crear un mundo visualmente rico y convincente. Los pitufos, con su peculiar forma y sus gestos exagerados, son memorables y adorables. La representación de la tierra de los pitufos, con sus colinas verdes, sus casas de barro y su flora exuberante, es una maravilla de la escenografía animada. Se nota la meticulosidad en cada detalle, desde la luz que se filtra entre las hojas hasta las expresiones de los personajes. El uso de la rotoscopia, técnica que imita el movimiento de objetos reales, es particularmente efectivo para dar vida a los pitufos, conferiéndoles una cualidad casi tangible.
El reparto de voces es, en general, impecable. Maurice Henson, como Pirlouit, logra transmitir con maestría el humor y la astucia del pequeño ladrón. El personaje de Johan, interpretado por la voz de Bill Melendez, evoluciona a lo largo de la película, pasando de ser un joven impetuoso a un valiente defensor de su pueblo. Sin embargo, la actuación de Bill Tallman como Torchesac es, quizás, la más memorable. Su voz, grave y amenazante, contribuye enormemente a la escalofriante presencia del villano. La interpretación de Tallman, que incluso incluía elementos de la voz del actor, es un ejemplo de la creatividad y el compromiso que caracterizaron la producción.
El guion, adaptado de la novela infantil de Brian Cohen, es, en gran medida, sólido. Si bien la trama es relativamente sencilla, la película aborda temas complejos como el miedo, la opresión y la lucha por la libertad. La película también introduce una reflexión sobre la importancia de la diversidad y el respeto por las diferencias culturales, al confrontar a los pitufos con los invasores de otra nación. El ritmo es, en ocasiones, un poco irregular, con algunos momentos de acción frenéticos y otros más pausados y reflexivos, pero en general, la narrativa es atractiva y mantener al espectador interesado. Un ligero abanico de clichés narrativos propios del género, como la omnipresente "gracia de un mago", no perjudica, en absoluto, la experiencia.
En definitiva, "La flauta de los pitufos" es una película que merece ser redescubierta. Es un clásico del cine animado que, a pesar de sus años, sigue siendo tan conmovedora y entretenida como el primer día. Un tesoro escondido que ofrece una experiencia gratificante tanto para niños como para adultos.
Nota: 8/10