La fría luz del día (2012)

“La fría luz del día” es un thriller político, una película que te atrapa desde el primer momento, aunque no sin cierta lentitud inicial. La premisa, la secuestro de una familia americana en España y la posterior búsqueda de la verdad, es atractiva y presenta un punto de partida sólido para un relato de conspiración y suspense. Sin embargo, lo que realmente destaca en esta película es la forma en que se despliega la historia, a menudo con un ritmo deliberadamente pausado que, si bien permite una inmersión profunda en la atmósfera y la paranoia de Will Shaw, puede frustrar a algunos espectadores que buscan un ritmo más vertiginoso.

La dirección de Philip Noyce es magistral en su manejo del suspense. No recurre a trucos baratos o a momentos de acción desorbitados. En cambio, se centra en la construcción de la tensión psicológica, explorando la desesperación, el miedo y la incertidumbre de Will a través de la cinematografía y el uso de la luz. La película utiliza con maestría la luz natural, a menudo filtrada por las sombras, para reflejar el estado mental del protagonista y crear una atmósfera opresiva y claustrofóbica. Los exteriores en Madrid, particularmente en la noche, son espectaculares y contribuyen a la sensación de inquietud y peligro. La fotografía es, en definitiva, un elemento fundamental de la película, capaz de transmitir emociones y atmósferas complejas sin necesidad de diálogos extensos.

La interpretación de Hugh Jackman es la joya de la corona. Jackman ofrece una actuación contenida pero llena de matices, transmitiendo con eficacia la transformación de Will de un hombre aparentemente ordinario a un guerrero implacable en su búsqueda de la verdad. La fragilidad inicial del personaje, fruto de su divorcio y sus problemas personales, contrasta fuertemente con la determinación que despliega a medida que se adentra en la conspiración. También se destaca la actuación de Aidan Quinn, quien interpreta al agente del gobierno que se convierte en un aliado y un antagonista ambiguo. Quinn logra dar a su personaje una complejidad que va más allá de la mera caricatura del burócrata corrupto.

El guion, adaptado de la novela de Chandler Harris, presenta un planteamiento intrigante y, en su mayor parte, bien construido. La trama se complica gradualmente, revelando capas de intrigas y secretos que mantienen al espectador enganchado. Sin embargo, el guion podría beneficiarse de algunos diálogos menos artificiosos y de una mayor exploración de las motivaciones de algunos personajes secundarios. La conexión entre la desaparición de la familia Shaw y los secretos de su padre, aunque esencial para la trama, podría haberse desarrollado con más profundidad, añadiendo un componente emocional más fuerte a la historia. El final, si bien satisfactorio, podría haber sido aún más impactante con un mayor énfasis en las consecuencias de la revelación de la verdad.

Nota: 7/10