La furia (1978)

“La Furia” (Fury), la reciente película de David Ayer, no es simplemente un thriller de acción, sino una meditación sombría sobre el trauma, la pérdida y la dificultad de la redención. Ayer, conocido por su maestría visual en “El Talón de la Serpiente”, vuelve a demostrar su capacidad para crear atmósferas de tensión palpable y ofrecer una experiencia cinematográfica que va más allá de la adrenalina explosiva. La película, que cuenta con Kirk Douglas en un papel que le sienta como la guinda del pastel, se adentra en la psique de personajes profundamente marcados por el pasado y la culpa, y es precisamente esa profundidad la que la diferencia de las películas de acción convencionales.

El guion de Ayer y la pareja de guionistas Sheldon D. Silverstein y Zack Stentz es, en general, sólido, aunque no exento de ciertas fallas. La trama, centrada en la búsqueda desesperada de un exagente del gobierno, Ray Emmerich (Kirk Douglas), para rescatar a su hijo, Danny (Michael Peña), secuestrado por una organización paramilitar con intereses en el dominio de habilidades psíquicas, es relativamente sencilla. No obstante, Ayer logra mantener el interés gracias a la intensidad de la ejecución y a la forma en que construye la narrativa, a menudo a través de flashbacks que revelan fragmentos del pasado de los personajes, generando un efecto de constante intriga. El ritmo, a veces pausado, se compensa con secuencias de acción espectaculares y una sensación de claustrofobia que te atrapa hasta el final. Sin embargo, la construcción de los personajes secundarios, si bien efectivos en términos de actuación, se siente un poco superficial en comparación con la complejidad de los protagonistas principales.

La dirección de Ayer es, sin duda, el punto fuerte de la película. Utiliza una paleta de colores apagados, dominada por grises y azules, que contribuyen a la atmósfera opresiva y melancólica que caracteriza a la obra. El uso de la cámara es magistral, alternando planos amplios que enfatizan la escala de la acción con primeros planos que capturan la angustia y el dolor de los personajes. Las escenas de persecución son particularmente impresionantes, coreografiadas con una precisión y realismo que las hacen aún más impactantes. La banda sonora, compuesta por Clint Mansell, complementa a la perfección la tensión visual, empleando melodías inquietantes y ritmos pulsantes.

Las actuaciones son sobresalientes en todo el reparto. Kirk Douglas, en su última aparición en pantalla, ofrece una interpretación conmovedora y llena de matices, transmitiendo la desesperación de un hombre que ha perdido todo. Michael Peña, como su hijo Danny, entrega una actuación igualmente notable, mostrando tanto la vulnerabilidad como la determinación de un joven afectado por un don que no comprende. El resto del elenco, incluyendo a Walton Goggins como el despiadado líder de la organización, aporta un valor significativo a la narrativa.

“La Furia” no es una película para aquellos que buscan una experiencia de acción fácil y rápida. Es una película exigente, que requiere atención y reflexión. Pero si estás dispuesto a invertir tu tiempo y tu atención, te recompensará con una experiencia cinematográfica memorable, que te dejará pensando en el precio de la redención y en la fuerza del espíritu humano. Es una película que, a pesar de sus limitaciones, refleja una profunda reflexión sobre la condición humana.

Nota: 7.5/10