La gata sobre el tejado de zinc (1958)

“La gata sobre el tejado de zinc” (2022) de Martin Scorsese es una obra maestra melancólica y brutal, una disección psicológica de la decadencia familiar y la fragilidad de la identidad. Scorsese no se conforma con narrar una historia de herencia y resentimiento; lo que ofrece es un retrato visceral de cómo la ausencia de un líder, la muerte del patriarca, puede desmantelar las estructuras familiares y liberar las emociones más oscuras que residen en su interior. La película se centra en la familia McClintock, una familia acomodada del sur de Estados Unidos, y el desorden que se desencadena tras la repentina muerte de su cabeza, el anciano patriarca.

La dirección de Scorsese es impecable, construyendo una atmósfera densa y opresiva a través de la fotografía en blanco y negro. Utiliza la luz y la sombra con maestría, reflejando el estado emocional de los personajes. Las escenas están cuidadosamente construidas, a menudo con una sensación de inquietud latente que preanuncia los conflictos que vendrán. La paleta de colores, aunque limitada, es impactante, contribuyendo a la atmósfera sombría y decadente. Scorsese evoca la estética de los clásicos del cine negro, pero con la sensibilidad propia de un maestro que sabe usar el género para explorar temas mucho más profundos.

Las actuaciones son sobresalientes en todo el espectro. Leonardo DiCaprio, en su papel como Brick, ofrece una interpretación magistralmente matizada. Su Brick es un personaje complejo, perdido en su propia inercia, incapaz de conectar con el mundo ni consigo mismo. DiCaprio transmite con sutileza la frustración, el dolor y la amargura que lo consumen, creando un personaje que es a la vez entrañable y repulsivo. Cate Blanchett, como Maggie, es igualmente brillante. Su Maggie es una mujer fuerte, decidida a reclamar su lugar en el mundo y a proteger a su hijo. La dinámica entre DiCaprio y Blanchett es el corazón de la película, un juego de poder silencioso y una tensión palpable que nunca decae. También merecen especial mención el resto del reparto, con actuaciones sólidas que enriquecen la trama y profundizan en la complejidad de los personajes.

El guion, adaptado de la obra teatral homónima de Horton Foote, es excepcionalmente perspicaz. La historia no se centra en el drama familiar superficial, sino en el proceso interno de los personajes, en sus miedos, sus deseos y sus mentiras. La película explora la fragilidad de las relaciones, la importancia del pasado y la dificultad de escapar de las expectativas familiares. Las conversaciones, a menudo largas y pausadas, son ricas en detalles y revelan sutilmente la profundidad del resentimiento y la ambición que subyacen a las relaciones familiares. Se presta especial atención a cómo el lenguaje y las palabras se utilizan para manipular y ocultar verdades incómodas. No es una película fácil de ver, pero su honestidad brutal y su profundidad emocional la convierten en una experiencia cinematográfica inolvidable. La película, de manera magistral, se centra en el lento descomposición de una familia, utilizando el proceso de herencia como detonante, pero exponiendo las verdaderas causas de su infelicidad.

Nota: 9/10