La gran Gilly Hopkins (2015)

“La gran Gilly Hopkins” es una de esas películas que te llega al corazón, no de forma melodramática, sino con una elegancia sorprendente y un humor sutil que te atrapa desde el principio. La película, adaptada del conmovedor libro de Katherine Paterson, se aleja de la visión tradicional de la comedia familiar y ofrece una radiante mirada a la adolescencia a través de los ojos de Gilly Hopkins, una niña huérfana con una perspectiva única del mundo y una absoluta falta de consideración por las reglas. Y es que Gilly, interpretada con una fuerza y vulnerabilidad excepcionales por Abigail Breslin, no es un personaje fácil de amar o de entender. Su rebeldía no nace de la malicia, sino de un profundo anhelo de conexión y de un hogar, sentimientos que la han sido negados sistemáticamente.

La dirección de Blake Edwards, veterano de la comedia romántica, es fundamental para el éxito de la película. Evita caer en clichés y se concentra en el desarrollo de los personajes, permitiendo que las situaciones, aunque a veces absurdas, tengan un peso emocional real. Edwards demuestra una maestría en el manejo del ritmo, alternando momentos de humor ligero con escenas de profunda introspección. No es una comedia fácil ni intencionalmente cínica; el humor surge de las peculiaridades de Gilly y de las reacciones de los adultos ante su forma de ser. La película se beneficia enormemente de la presencia de Kathy Bates, quien ofrece una interpretación brillante como la severa, pero con un corazón oculto, Mrs. Mullins. Su actuación es la que realmente da profundidad al personaje, mostrando la lucha interna de una mujer que ha sacrificado su propia felicidad por el bien de sus hijos. Glenn Close aporta una elegancia glacial como la señora Hopkins, una mujer consumida por la culpa y las decepciones, y Octavia Spencer, en su habitual papel de alivio cómico, crea un personaje secundario memorable con la Sra. Carmichael.

El guion, adaptado de la novela con un toque de los propios Edwards, es lo que realmente eleva la película. La trama no se centra en una búsqueda lineal de un hogar, sino en el lento y arduo proceso de ganarse la confianza de los personajes que rodean a Gilly. Se trata de un cambio gradual, basado en pequeños actos de bondad, de paciencia y de aceptación. Hay una notable sinceridad en la forma en que se retratan las dificultades familiares y las heridas emocionales, sin recurrir a soluciones simplistas. La película no ofrece respuestas fáciles; simplemente muestra cómo, a veces, la conexión humana es todo lo que se necesita para reconstruir una vida. La capacidad de la película para equilibrar el humor y la emoción es excepcional, y su capacidad para explorar temas complejos como la pérdida, la soledad y la búsqueda de identidad es sorprendentemente efectiva.

En definitiva, “La gran Gilly Hopkins” es una película hermosa y conmovedora que desafía las expectativas. Es una película que te hará reír y llorar, y que te recordará la importancia de la empatía y la compasión. Es una joya cinematográfica que merece ser vista y apreciada.

Nota: 8.5/10