La gran mentira (2019)

“La gran mentira” no es, en absoluto, la comedia romántica de “mente engañada” que algunos podrían esperar. Dirigida con un delicado equilibrio por Richard Eyre, la película se construye con una base sólida de observación psicológica que, al final, eleva la historia de engaño y seducción por encima de la simple fórmula del género. La trama, centrada en Roy Courtnay (Jeremy Irons) y Betty McLeish (Brenda Blethyn), es un juego de espejos, una danza precisa de manipulación y vulnerabilidad donde la verdad se oculta tras múltiples capas de ficción. Eyre logra evitar la caricatura, ofreciendo una exploración de las motivaciones humanas que nos hace cuestionar nuestras propias percepciones sobre el amor y la confianza.

La actuación de Jeremy Irons es, sin duda, el núcleo de la película. Irons entrega una interpretación magistral, tejiendo con sutileza la ambición, el deseo de aceptación y, en última instancia, la soledad que impulsa a Roy. Su Roy no es un villano caricaturesco; es un hombre profundamente inseguro, acostumbrado a aprovecharse de las personas para llenar un vacío emocional. Irons transmite esa complejidad con una mirada penetrante y una habilidad innata para revelar las emociones que se esconden bajo la superficie. Brenda Blethyn, por su parte, ofrece una actuación igualmente potente como Betty. La viuda, inicialmente presentada como una mujer vulnerable y atrapada en su duelo, se revela poco a poco como una mujer decidida y, de alguna manera, manipuladora en su propio derecho. La química entre Irons y Blethyn es palpable y genera una tensión electrizante que mantiene al espectador constantemente alerta.

El guion, adaptado de la novela de Philip Roth, es brillante en su construcción. La película no se precipita a la comedia ni a la tragedia, sino que se desarrolla con un ritmo pausado que permite que los personajes se revelen gradualmente. Eyre, junto con el guionista, se centra en la dinámica de poder entre Roy y Betty. No es simplemente un juego de engaños; es una exploración del deseo de conexión y la búsqueda de significado en la soledad. La película plantea preguntas sobre la autenticidad de las relaciones y la facilidad con la que podemos ser engañados, no solo por los demás, sino también por nosotros mismos. La ambientación, la elegante mansión de Betty y la atmósfera sofisticada, contribuyen significativamente a crear un ambiente de intriga y misterio que envuelve la historia. La banda sonora, discreta pero efectiva, refuerza la tensión dramática y la atmósfera melancólica.

En definitiva, "La gran mentira" es una película inteligente y provocadora que va más allá de la premisa de un estafador y una viuda. Es una reflexión sobre la naturaleza humana, la vulnerabilidad y la búsqueda de conexión. No es una comedia ligera, pero sí una experiencia cinematográfica memorable que invita a la reflexión. La película explora la complejidad de las emociones humanas y nos recuerda que a veces, la mayor mentira es la que nos contamos a nosotros mismos.

Nota: 8/10